“Cuando llegamos a Escuela Militar, vi cómo dos tipos tomaban a una niña y la sentaban en sus piernas”
Hace unos días, iba en el Metro a las 7.30 de la mañana. Había poca gente, de hecho nadie empujaba. Pero, había un tipo que me apretaba insistentemente. Él estaba lejos de los pasamanos y mantuvo los brazos abajo todo el camino. Cuando llegamos a la estación Universidad Católica y el tren se detuvo, sentí un fuerte golpe en el hombro derecho y justamente, tengo problemas en esa parte del cuerpo. No fue un golpe accidental. Uno se da cuenta de eso, porque dejó caer todo su peso sobre mí y enterraba su codo en la parte blanda de mi hombro. Lo encaré, y me respondió “¿y qué tanta huea que te pegue? Soy hombre, tengo derecho a pegarte”. Me asusté, pero estaba tan enojada que volví a enfrentarlo. En ese momento, me empujó y yo, le respondí con otro empujón. Se abalanzó a pegarme y un joven lo detuvo.
En la tarde, volví a subirme al metro. En estación Tobalaba, en la hora peak vi a una niña quejándose y con los ojos llorosos. Luego, me di cuenta que un viejo sentado la acosaba y sus dos amigos se reían. Cuando llegamos a Escuela Militar, vi cómo los dos tipos tomaban de las manos a la niña y la sentaban en las piernas. Ahí reaccioné y la ayudé. El hombre dijo frases como “pero si a ella le falta pico y yo tengo de sobra”. Llegamos a Manquehue y ambas nos bajábamos. La tomé del brazo, estaba muy asustada. Una señora los increpó y se quedó con nosotras hasta que llegaron los guardias.
En ambos casos, los acosadores creían que tenían derecho a tratarnos así. ¿Hasta cuándo vamos a aguantar que piensen que tienen derecho sobre nosotras?