“El hombre sacó su lengua e hizo gestos obscenos”
Ya han pasado 9 años desde que fui acosada y cada vez que lo recuerdo se me aprieta el pecho. Tenía 12 años, estaba en plena adolescencia, pero a pesar de ello yo era bien niña; prefería mil veces jugar a las muñecas que pintarme o dedicarme a los estudios, hasta que un día mi inocencia se vio interrumpida.
Un viernes después del colegio, a eso de las 14:00 horas, me subí a una micro por Av. Santa Rosa para después hacer la combinación en el Metro y poder ir a la casa de mi abuela que quedaba al otro extremo de la ciudad. Cuando por fin llegué a la estación de Metro me di cuenta que no tenía pase, así que tuve que abortar la idea de ir donde mi abuela y devolverme a la casa. Tomé nuevamente una micro y me ubiqué en los asientos que están al lado de la puerta y mirando en dirección del chofer. Fue ahí cuando me percaté que enfrente mío había un señor de unos 60 años de edad, con cabello descuidado y que me miraba fijo. La situación me incomodó así que volteé la mirada hacia la ventana, pero él siguió con su vista en mi. Entonces me di vuelta y lo miré con ojos desafiantes. Sin ninguna clase de vergüenza el hombre sacó su lengua y la pasó una y otra vez por su boca, haciendo gestos obscenos. Luego se paró y se sentó detrás mío. Me asusté tanto que me bajé en el primer paradero que pude. Quedé con el corazón apretado y asqueada.
Esa fue una mi primera experiencia de acoso callejero, la más aterradora, pero no la única.