“El tipo me dijo: no te muevas o disparo”
Esto me pasó un día antes de cumplir 15 años.
Todos los días, espero a una amiga en la calle frente al pasaje en que vivo, para irnos al liceo en auto. Eran como las 7:20 de la mañana, estaba oscuro y no transitaba casi nadie. Saqué mi celular para cambiar la canción y sentí unos brazos en el cuello, rodeándome por detrás. Al principio pensé que era alguien conocido. Cuando me di vuelta, quedé helada. Le mostré el celular al tipo y le dije que se lo llevara. Con una voz asquerosa, me susurró al oído que no lo quería. Yo me empecé a mover y a mirar a los lados, buscando cómo zafarme o alguna persona que me ayudara. No había nadie. Entonces me dijo: no te muevas o disparo.
Me hizo cruzar la calle y entramos por mi pasaje. Cuando pasamos por mi casa, la miré y él se dio cuenta de que estaba tratando de arrancar. Me ahorcó muy fuerte por varios segundos. No sé cómo, me solté y grité lo más fuerte que pude. Me tapó la boca y me hizo caminar más rápido. Habíamos pasado varias casas, cuando salió un vecino nuevo. Me acerqué y me aferré a la reja con toda mi fuerza. El tipo me jalaba la mochila y decía “vamos mi amor”. Las lágrimas se me salían y empecé a balbucear que mentía, que yo era su vecina, que no conocía al tipo. Mi vecino me dijo que le diera mi mochila para que se fuera. Yo no quería, por un libro que tenía adentro. Finalmente, el tipo se fue y una vecina llamó a mi abuela. El tipo se perdió. No llamamos a Carabineros porque sentí que sería inútil. No podía ni hablar de la angustia.
Cuando llegué al liceo, entré a la sala y mis compañeras comenzaron a cantarme el cumpleaños feliz. Yo tenía un nudo en la garganta, lo único que quería era llorar y abrazar a alguien. Me fui a sentar con mis amigas y les conté todo. Luego, tuve una prueba semestral en la que me fue horrible. No tuve valor para contarle a la profesora, decirle que, por los nervios, no podía dar la prueba. Me dio vergüenza.