“Han pasado muchos años y sigo recordándolo como si fuera ayer”

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    En el momento que viví esta situación tenía aproximadamente 14 años y recién estaba empezando a andar sola por la ciudad. Iba camino a la casa de un ex, alrededor de las 11 de la mañana por calle Moneda con Cumming. Estaba muy nerviosa, porque era temprano y sabía que el barrio no era el mejor. De repente, apareció un grupo de personas entre los que venía un tipo mirándome desde lejos y caminando hacia mi. Caminó, siempre con la vista fija en mi, hasta que llegó y tocó mi entrepierna a la pasada. Me tocó sin mayor remordimiento y me susurró algo al oído que no entendí bien. Luego, siguió caminando como si nada. Quedé en blanco sin saber qué hacer, solo seguí caminando, a punto de llorar. Esto sucedió con muchas personas de testigo, hombres y mujeres, y nadie hizo ni dijo algo. Cuando logré llegar donde mi ex, al ver lo consternada que estaba, él se río en mi cara de lo sucedido. Lo tomó como una broma, cambió el tema y ahí quedó.

    Cinco años después continúo recordando esto. No le he contado a nadie en profundidad, ni siquiera a mi mamá. Cinco años después, comienzo a aprender que esto es considerado como un evento de acoso callejero de tipo traumático; y vaya que tiene sentido. Han pasado muchos años y sigo recordándolo como si fuera ayer: cada vez que salgo sola, cada vez que camino por ese lugar (que evito a toda costa), cada vez que me gritan algo en la calle o, simplemente, cada vez que veo a alguien sospechoso en la calle.

    Por eso les pregunto a los acosadores, ¿en serio creen que hacer estas cosas es subirles el autoestima a las mujeres? No, no nos sube el autoestima. Nos trauma de por vida. Hago el llamado a pensar un poco, a ver más allá y a empatizar con quien está a tu lado.