“¿Qué explicación tienen estos seres que creen que pasan desapercibidos rozando a las mujeres en la calle?”
Por Karina
¿Qué tipo de problema motor tienen algunos hombres en sus brazos? Porque, de pronto, no controlan bien sus movimientos. Suena extraña la pregunta, pero me da vueltas en la cabeza lo desquiciado y psicópata que puede llegar a ser un hombre en la calle. En el metro, en lugares atochados de gente, en micros, etc. Tengo que estar pendiente, además de mis pertenencias para evitar un “lanzazo”, de mi cuerpo, sobre todo de mi trasero. Caminar con un brazo cubriendo mi cartera o mochila y el otro cubriendo descaradamente mi trasero. Y digo descaradamente porque ya no me importa lo que piensen los demás. De hecho, prefiero que todos a mi alrededor sepan que no quiero que me rocen “accidentalmente”, es indignante aguantar el supuesto accidente provocado por la muchedumbre. ¿Cómo no miden sus movimientos?
Yo, por lo menos, si me encuentro en un lugar repleto de gente, procuro tener mis manos lo más cerca de mi cuerpo posible. No por estar en un sitio repleto pasaría a llevar el trasero o el pene de un hombre, ¡todo lo contrario! Una intenta no molestar al que está al lado.
El ser humano desarrolla desde pequeño la Inteligencia Espacial, que no sólo refiere a ubicarse bien con calles y direcciones, sino también con el espacio que ocupamos o que necesitamos para movernos. Cuando estamos en proceso de crecimiento, nuestro cerebro debe adecuarse a las nuevas dimensiones: brazos más largos, pies más grandes, etc. Por eso chocamos con todo, de ahí que viene la llamada “edad del pavo”: nuestro cuerpo debe acostumbrarse a su nueva medida en el mismo espacio.
Pero resulta que esto sucede en la adolescencia, entonces ¿qué explicación tienen estos seres que creen que pasan desapercibidos rozando a las mujeres en la calle? Es como si sus extremidades superiores tuvieran vida propia y actuaran de forma separada que del resto del cuerpo. Se hacen los desentendidos, miran para otro lado, pasan detrás tuyo, con los brazos lacios colgando desde sus hombros y por “casualidad” rozan tu trasero o cualquier parte de tu cuerpo, y siguen caminando como si nada. O se hacen los muy apurados, aceleran el paso, y te pasan a llevar. Indignante.
Nunca he podido defenderme. Me saco un poco la rabia escribiendo. Ahora solamente tomo precauciones, pero nunca he enfrentado a esos psicópatas, por temor, vergüenza, incluso pensaba que era perseguida, exagerada, mal pensada. Pero ya se que no es mi imaginación y que hay una gran cantidad de enfermos dispuestos a aprovechar todas las instancias para hacernos creer que es “accidental”.