“La rabia interna de tener que caminar con miedo, de que los hombres crean que nos pueden usar, violar y matar”

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    Después de la fiesta de un amigo, decidí volver en micro para acercarme lo más posible a mi casa y que saliera más barato. Yo vivo en La Reina y no se puede llegar en transporte público. Cuando me fui de la fiesta, me llevé un vaso de vidrio conmigo que guardé en un bolsillo de mi chaqueta, sin intención alguna. Debo haber salido tomando lo que quedaba de mi trago y me quedé con el vaso nomás.

    Tomé la micro y me bajé en Colón con Vespucio a eso de las 4am. Para abaratar aún más el taxi, aunque fueran 100 pesos, decidí caminar hasta Isabel La Católica. Me fui por la vereda pero vi que a lo lejos iba un hombre caminando solo, entonces decidí cruzar y seguir por el parque. Al poco rato, el hombre también cruzo y se detuvo en un semáforo para “hablar por teléfono”. Como él se quedó parado, yo seguí y quedó atrás mio, lo que me dejó en desventaja ya que no podía verlo. Seguí caminando, pero como siempre he sido súper precavida (algo que no celebro, sino que más bien me entristece, ¿por qué debiese ser algo bueno que tenga caminar estando constantemente en alerta?) daba vuelta la cabeza para mirar donde veía el hombre caminando reiteradamente. Al poco rato, segundos, noté que se estaba dirigiendo hacia mí. Venía directo hacia mí. En ese momento, me di vuelta para enfrentarlo y el tipo estaba al frente mío. Rápidamente, habló: “elige, tu celular o tu vagina”, me dijo.

    Ahora viene la parte inexplicable de la historia. No sé cómo, ni de dónde vino, pero en dos segundos saqué el vaso que tenía en mi chaqueta y lo levanté gritándole con la voz quebrada: “sale conchatumadre o te lo reviento en la cabeza”. El tipo salió corriendo, al igual que yo. Menos mal que lo hicimos en direcciones contrarias.

    Sinceramente, no logro explicar mi reacción, pero con el tiempo creo entender de dónde puede haber provenido: la rabia interna de tener que caminar con miedo, de que los hombres crean que nos pueden usar, violar y matar, la furia de que esto sea el status quo y de que la situación no cambie.