“Le tomé la mano y le dije que no. Él respondió diciendo ‘shh, shh'”
Me encontraba en el departamento de informática de la Universidad de Santiago, ubicado en Estación Central. Estaba sentada junto a otros compañeros de la carrera, conocidos y desconocidos, mientras hablaba por télefono. De pronto, se acerca un compañero que no veía hace tiempo, me saludó y luego pasó por detrás mío. Justo en ese momento, sentí un tirón de mi ropa interior, claramente intencional. Es más, el elastico llegó a golpear mi piel. Me di vuelta y vi como él se alejaba, sonriéndome de forma burlesca.
Al principio, me cuestioné si mi pantalón no me protegió lo suficiente para haber evitado que se notara la ropa interior. Pero con el pasar de los días (e incluso años), me di cuenta que eso nunca debió haber ocurrido, independiente si mi ropa interior se encontraba visible o no, no era posible tal acto.
También recordé que ese mismo compañero intentó tocar mis senos camino a la casa de otro compañero. Varios compañeros caminábamos para ir a carretear, yo iba al lado de él hablando, cuando de pronto hace el gesto de tocación. Le tomé la mano y le dije que no. Él respondió diciendo “shh shh”, haciéndolo pasar por algo normal. Incluso sabiendo él que yo estaba pololeando y él conocía a mi pololo de ese entonces.