María Francisca Valenzuela: “Se nos educa para que pensemos que el deporte no es nuestro espacio”

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    La Presidenta de OCAC Chile, María Francisca Valenzuela, habla sobre el sexismo y el machismo que existe en los los Juegos Olímpicos 2016 y en la cobertura de la prensa.

    La temática de género se instaló durante las Olimpiadas Río 2016. Medios de distintos países dieron que hablar por la forma en que cubrían el evento, particularmente en cómo se referían a las deportistas. Frases como “Mujeres semidesnudas, relucientes como nutrias mojadas” o “Ellos ‘dominan’ ellas ‘participan’” fueron solo algunas que circularon en prensa y que el Observatorio de Género de los Juegos Olímpicos,  creado por Pastische y Grow, y el estudio de Cambridge University Press, que midió 160 millones de palabras en medios anglosajones para determinar el trato hacia las atletas, denunciaron.

    La Presidenta del Observatorio Contra el Acoso Callejero (OCAC) de Chile, María Francisca Valenzuela, nos habló en profundidad sobre este tema que no solo afectó al mundo del deporte, sino que también en los distintos aspectos de la vida.

    – Por primera vez se habla sobre el sexismo hacia las deportistas en las Olimpiadas ¿A qué crees que se debe este despertar?
    –Yo creo que tiene que ver con el contexto y el cambio social que está existiendo a nivel general sobre las reflexiones de equidad de género. Si te das cuenta en los últimos tres años han pasado un montón de cosas, las temáticas de género explotaron a nivel mundial. Ahora hay un despertar del feminismo y eso empieza a motivar la reflexión social sobre ciertos temas que antes no notábamos, como el sexismo en los Juegos Olímpicos.

    – ¿Hubo algún hecho particular que desencadenó esta reacción?
    –Esto no ocurre con un hecho determinado, no es apretar un botón on. Es una tensión que se va acumulando y de pronto empezamos a hablar más de estas cosas. Con este despertar global, nos contagiamos con el tema y nos movilizarnos un poquito más. Se comenzó a hablar del rol de la mujer en el deporte con los primeros virales. Allí nos percatamos que era poco común que un mujer fuera deportista en un espacio masculinizado debido a la censura que sufren. Si lo analizamos, nos podremos dar cuenta que el rol de la mujer en el deporte siempre ha sido diferente, solo que recién notamos lo invisible o sexista que era.

    – A tu parecer, ¿cómo se pueden erradicar estas costumbres sexistas?
    –Primero se debe considerar que son muchas las variables que entran en juego: una tiene que ver con el sexismo y la hipersexualización de la mujer; y otra con el ingreso de las mujeres a un mundo tan masculinizado como el deporte. Ambos factores derivan del tipo de educación que reciben los hombres y las mujeres.
    En el tema de la hipersexualización tiene que ver con la educación que recibimos de la sociedad respecto a nuestros cuerpos, que pareciera estar siempre en función del placer del otro. Al menos, ese es el discurso que se ha manejado sobre el cuerpo de la mujer.
    La otra variable es el ingreso de las mujeres y ahí hay muchas aristas, como por ejemplo: muchas mujeres que son buenas haciendo deporte, dejan de hacerlo porque sienten inseguridad sobre su cuerpo.

    – Aparte de la hipersexualización de la mujer de la que hemos hablado, ¿en qué otros aspectos del deporte podemos ver machismo? 
    –Piensa en las Olimpiadas, no sólo se habla de baja representación femenina en determinadas disciplinas, sino de roles y estereotipos de género súper particulares. En el nado sincronizado no hay hombres. Ahí se pueden ver estereotipos fuertes de lo que realmente es el deporte, algunos son para mujeres y otros para hombres, como el fútbol a secas y el fútbol femenino. En los deportes que son más masculinizados, a las mujeres las tratan de meter con la sexualización.

    Entonces, si tú quieres cambiar tienes que considerar primero la arista de sexismo fuerte. Segundo, cómo se les ataca en el rol que deben ejercer en la sociedad; y en tercer lugar los roles y estereotipos que ves en los mismos Juegos Olímpicos, como los deportes “para mujeres” y los “de hombres”. Todo esto se combate con educación.

    – ¿En qué minuto las niñas se alejan del deporte por considerarlo una “actividad masculina”?
    –Es en la adolescencia donde las mujeres nos vemos perjudicadas en varios sentidos, uno de ellos es el deporte, porque deja de ser pensado como algo para nosotras. Según ONU Mujeres, alrededor del 80% de las chicas que son buenas practicando algún deporte lo abandona, porque se nos educa para que pensemos que ese no es nuestro espacio, que no nos corresponde.
    La adolescencia es un espacio súper crudo, las chicas dejan efectivamente de hacer deporte, porque sienten vergüenza. El estudio de autoestima ADIMARK reveló que 36% de las jóvenes dejan de hacer cosas, porque sienten vergüenza de su cuerpo. Entonces vemos cómo la variable belleza se impone, al punto que se empiezan a censurar actividades, entre ellas la actividad física porque da vergüenza. Acá hay un tema de empoderar a las niñas, hacerlas dueñas de su cuerpo.

    – ¿Este tipo de comportamiento se da sólo en el deporte?
    –Esto va muchísimo más allá. Históricamente a la mujer se le ha censurado en lo público. En el pasado la legitimización del discurso en lo público no nos pertenecía, sin embargo nuestro cuerpo fue y sigue siendo considerado como de acceso público: el hombre te puede mirar, manosear y tocar, por eso a la mujer le da más vergüenza mostrarse. Cuando tú haces actividades con niños en la básica en colegios mixtos esto se hace evidente: los hombres hablan mucho más en clases, a las chicas les da más vergüenza, te dicen las cosas al oído. Todos estos comportamientos impactan en muchísimas variables, entre ellas el deporte.
    Y bueno, lo de los Juegos Olímpicos pasa desde hace mucho rato, sólo que ahora venimos a cuestionarnos esas prácticas. Uno pelea contra el sentido común, eso es el feminismo: Pelea contra un sentido común súper perverso que crea desigualdad en su discurso.

    – El Observatorio de Género en los Juegos Olímpicos reconoce un avance pero dice que aún falta, ¿qué opinas al respecto?
    –Evidentemente falta harto y ahí es importante hablar del neo machismo. Cuando dices: “Hemos avanzado harto” se convierte en un neo machismo, no porque nosotras lo apliquemos, sino porque ese discurso es el que utilizan otras personas para seguir legitimando una estructura machista y desigual. Cuando alguien te dice por ejemplo: “Ya, pero, si en verdad no hay desigualdad. Las chiquillas entran a la Universidad, están en las Olimpiadas, de qué se quejan”. Bueno, ese argumento es un neo machismo porque sigue justificando la estructura de fondo que perpetúa esta desigualdad. Es muy importante incorporar este concepto, ya que toma discursos de batallas como de igualdad lograda para continuar otras que siguen desigual. Con el neo machismo se invisibilizan los problemas que hay y esto es lo que se ve en las Olimpiadas con los estereotipos y de hipersexualización.
    Otra situación que evidencia que el deporte pareciese no pertenecerle a las mujeres, es el fútbol. En el mundo no existe ninguna mujer que pueda vivir de este deporte y mientras hay jugadores hombres que se pueden comprar 50 Ferrari, las mujeres no pueden adquirir ni uno. A ese nivel de desigualdad hemos llegado y parece que a nadie le importa.

    – En este mismo observatorio existe un recuento de los países con más noticias sexistas. La lista la encabeza Argentina, mientras que República Dominicana ocupa el último puesto. ¿Cómo ves a Chile?
    –Veo varias críticas acerca de cómo los comentaristas se están refiriendo al tema de las Olimpiadas. Eso es muy bueno, pero hay un tema delicado. Por ejemplo el caso de Jorge Hevia, donde el comentarista solicitó ver más escotes. Esta situación no es nueva, él siempre ha hablado de esa manera, solo que recién ahora lo estamos cuestionando. Por eso se debe tener ojo en cómo educamos para que hagan el clic. Jorge Hevia representa a muchos papás, a muchos abuelos, incluso a muchos jóvenes, entonces hay que tener cuidado con la forma en la que se denuncia y se increpa, porque a veces a las personas no les llega el mensaje de forma correcta y no se logran los resultados esperados. Es más, se genera una sensación de violencia antes que otra cosa. El rol de las feministas es educar en este tema, hacer un instructivo de la forma adecuada de hacer comentarios deportivos, que ojalá los medios incorporen.

    – ¿En qué tipo de error se puede caer cuando se denuncia sexismo/machismo?
    –Muchas veces se cae en el error de culpar demasiado a los individuos y se debe considerar que ellos también son víctima de un sistema y de sus estructuras. Esto es súper importante porque es un error muy recurrente. No todos los hombres violan, pero es muy probable que todos los hombres emitan un comentario muy machista, por lo que hay que pensar más en el sentido común que se está manejando. El sentido común de los hombres no les dice “violemos una mujer”, esa es la radicalización de los crímenes de odio y la desigualdad. Sin embargo, el sentido común sí dice: “Ojalá la mujer muestre más en el deporte”. Nuestra misión es dialogar más en cuanto a las metodologías y los caminos correctos para educar y lograr una igualdad sustantiva a largo plazo.

    –Respecto al estudio de Cambridge University Press que evidenció la diferencia de trato entre deportistas mujeres y hombres. ¿Dónde más podríamos encontrarnos con estos resultados?
    –Este no es un tema que sólo afecte al deporte. Ocurre en el cine, en la televisión, en todas las dimensiones donde se menciona a la mujer. Es una locura, pero existe siempre ese grado de invisibilización de las mujeres y del reconocimiento de sus logros. Eso es precisamente construcción de género: cómo te refieres a la mujer y cómo te refieres al hombre en distintas dimensiones y en distintos espacios. Por eso está la necesidad de instruir y de construir género en igualdad. Te pongo un caso de dos bebes recién nacidos: al hombre se le reconocen muchas aptitudes, mientras que la niña le reconocen adjetivos. Ahora podemos observarlo en los JJ.OO en particular, pero está muy arraigado en todo.