”Me da pena no estar cómoda en mi propio país”
Hace poco volví de un viaje al extranjero que me entregó otra perspectiva respecto al acoso callejero, y lo terrible que es en Chile particularmente. Cuando una persona está siempre acá, no tiene con qué comparar el acoso, y si bien se da cuenta de que es mala la situación, no ve las dimensiones.
Estuve tres meses yendo y viniendo por España, en la costa del Mediterráneo. Se supone que España es un país muy machista, y que es la herencia ibérica la que hace que los latinos sean tan vocales con sus ideas sobre el cuerpo de las mujeres (esa excusa de la cultura latina la he escuchado mil veces). Les cuento: en los tres meses que estuve en España (también pasé por Francia, y lo mismo) NUNCA vi ni escuché que a alguna mujer le faltaran el respeto en la calle. Había de todo, musulmanas tapadas hasta el cuello y turistas rusas y alemanas con shorts que parecían calzones; nunca gritaron algo ni a mí, ni a otra persona. Es más, en la playa (cualquier playa) muchas mujeres hacían topless (desde jovencitas hasta abuelitas) y nunca vi que alguien comentara algo, ni se riera, ni tomara fotos. Andaba feliz por la calle, muy tranquila y me di cuenta de que no estaba acostumbrada a eso, porque en Chile siempre existe la posibilidad de que alguien te grite algo o te mire de forma incómoda.
Llegué a Chile hace unas semanas, y en lo poco que llevo de vuelta ya me han gritado cochinadas más veces de las que puedo contar. Vuelvo a andar por la calle media asustada, con la guata apretada e incómoda. Me da pena no estar cómoda en mi propio país, algo tiene que cambiar.