“Me tomó de las nalgas y me levantó en el aire”
Una tarde salí con mis compañeros de trabajo a un bar muy cerca de mi casa. Como era verano, temprano y estaba agradable, decidí volver sola. Siempre había hecho ese recorrido caminando, hasta ese día…
Llegando a una avenida, un auto dobló hacia mí; frenó a varios metros, y vi que alguien, supuestamente, se bajó a revisar la rueda del auto. Seguí caminando, alejándome de donde él estaba, en dirección a la avenida principal, pero sentí que corría detrás mío. Luego, me tomó de las nalgas y me levantó en el aire. Quedé tirada en el suelo y él volvió corriendo a su auto riéndose, gritando y tocando bocina, como festejando un gol.
Tuve que tomar aire mientras caminaba muy de prisa (temía que si corría él lo tomara como otro juego) y llamar a un amigo por teléfono para pedirle que se mantuviera en línea mientras caminaba las dos cuadras que me faltaban para llegar.
Lamentablemente lo que al tipo este le pareció divertido, acabó con mi confianza de caminar sola en la calle, me dejó invalidada como mujer independiente, y me llenó de una sensación de miedo y odio a encontrarme a un hombre en la calle. Hasta hoy transito con temor, mirando a cada rato por si viene alguien siguiéndome, sin importar la hora ni el lugar.