“Mi mamá dijo que nunca más me podía poner esas calzas”
Esta fue, quizás, mi primera experiencia “consciente” del abuso sexual callejero. Pasó cuando tenía 9 años, iba caminando con mi mamá a la casa de una amiga que vivía a unas dos cuadras de la mía, al lado de ella estaban construyendo una casa. Era hora de almuerzo y los trabajadores estaban sentados en la vereda.
Ese día hacía calor, así que como cualquier niña estaba usando calzas cortas. Eran de color celeste y me las puse con una polera. En esos tiempos, ya estaba comenzando a crecerme el poto y me veía un poco mayor. Íbamos caminando con mi mamá, cuando escucho a los tipos hablar de algo que no entendía muy bien, pero sí entendí que se estaban refiriendo a algo moverse, pero como era chica lo dejé pasar.
Después de eso, mi mamá me dijo que nunca más me podía poner esas calzas, porque los tipos sentados en la calle estaban hablando de cómo se me veía y movía el poto.
Ahora que lo analizo, me doy cuenta de la reacción de mi mamá, que no les dijo nada pero si a mí por la ropa que estaba usando, simplemente poniendo un parche al problema. Pasaron los años, nunca más usé esas calzas, de hecho recién ahora -ya tengo 20 años- estoy volviendo a usarlas, pero los episodios de acoso han sido los mismos desde entonces.
Me vista como me vista, no faltan los imbéciles con sus bocinazos, los “besos”, los grupos que detienen su conversación y te rodean sólo para verte pasar y decir algún tipo de comentario para validar su hombría frente a los demás “machos”, y un sin fin de expresiones que todas conocemos. El que haya sido tan chica y mi mamá reaccionara de esa forma, realmente me marcaron.