“Oye, ubícate, eso se llama acoso sexual callejero”
Hace tres meses fui al supermercado Líder de General Velásquez con mi hermana de trece años. Yo tengo veinte. En todo el trayecto, lo único que escuchamos fue bocinazos y “piropos” de animales conduciendo. Una vez en el súper, me sentí más segura, hasta que pasó por mi lado un reponedor que me dijo: “con permiso, señorita hermosa de espalda exquisita…”, porque mi polera tenía escote en la espalda. Entonces, me armé de valor y le respondí: “oye ¡¿qué te pasa?! Ubícate, eso se llama acoso sexual callejero. Hay una comisaría acá al lado y puedo denunciarte ahora mismo”. Y él me respondió todo humillado, porque la gente nos miraba: “disculpe, señorita”, como si eso arreglara lo sucia y asquerosa que nos sentimos cada vez que nos pasa eso.