“¿Por qué no me respetan por el hecho de ser persona?”

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    Tengo 20 años y frecuentemente sufro de acoso callejero, sin embargo siempre me defiendo y defiendo a todas las personas que lo sufren. Yo vivo en Independencia, en una población llamada J.A.R.

    El jueves pasado, salí a las 7:20 horas de mi casa camino a la universidad, doblé en un pasaje para llegar al paradero y vi que por al lado mío pasó una moto y se estacionó frente a una casa, como si fuera a buscar a alguien. Yo seguí mi camino y cuando iba llegando a la avenida principal, alguien me agarró por detrás. Me tapó la boca con un brazo, sin dejarme respirar, mientras que con el otro tocó mi vagina. Me dijo al oído: “Quédate tranquila, si te quiero tocar no más”. Intenté zafarme y él me tiró al suelo pegándome un combo en la cabeza y patadas en mi brazo. Yo grité en busca de ayuda, y cuando me pude levantar a decirle groserías e intentar defenderme, él ya se estaba yendo. Le dije que qué se creía por tocarme y golpearme así, pero me volvió a pegar en la cabeza en la cabeza, diciéndome que caminara y que me fuera. El tipo se subió a su moto y se fue a toda prisa. Quedé en shock. En eso apareció un caballero con su hija y me trató de ayudar, pero no pude hablar. Tenía rabia, miedo y me sentía vulnerable. Después apareció un amigo, lo abracé, rompí en llanto y le pedí que me llevara a casa.

    Cuando llegué le conté de inmediato mi mamá. Me sentía demasiado débil y lloramos juntas. Luego llamamos a Carabineros. Ellos llegaron súper rápido, me llevaron a constatar lesiones y fueron muy buenos conmigo. Me encantó su trato porque hicieron que el proceso fuese lo más rápido posible para irme a mi casa.

    Apenas llegué a mi casa caí en la realidad. Fue el día más largo de mi vida, ya que repetía una y otra vez la situación en mi mente. Fueron mis amigas y familiares a verme y trataron de distraerme. No pude dormir en la noche y al otro día fue lo mismo. Estaba cansada de preguntas como “¿por qué no anotaste la patente?”, “no tienes que salir sola”, “debes andar con más cuidado”, “tienes que estar tranquila, pudo haber sido peor”; como si eso le quitara importancia a lo que me sucedió o como si me hiciera olvidarlo. Estoy tan cansada del argumento de: “Podría ser tu hija”, ¿por qué no me respetan por el hecho de ser persona? ¿Por qué no puedo estar en paz en la calle o ir tranquila a estudiar?

    Hoy, aún recuerdo el momento a cada rato. No tengo ganas de hablar con mis amigas o amigos, me da miedo salir, no me siento segura en el lugar donde vivo y ya no me puedo defender cuando me acosan en la calle, lo que me atormenta. No tengo ánimos de socializar con nadie, estoy tan vulnerable que lo único que quiero es retroceder el tiempo y borrar ese horrible momento.