“¿Quién me quita ahora la sensación de haber sido violentada?”
Llevo unos meses viviendo en Santiago debido a mis estudios. Estaba tranquila porque no había pasado nada desagradable, hasta hoy. Venía en la micro de vuelta de la universidad, y se subió un sujeto joven a recitar poesía por unas monedas. Yo no estaba prestando atención y en ningún momento lo miré, estaba escuchando música y mirando por la ventana. Resultó que íbamos al mismo paradero y mientras me bajaba, él tomó mi mano para ayudarme a bajar. Yo respondí un gracias cortado, pero el sujeto no me soltó la mano. En vez de eso, no encontró nada mejor que recitarme poesías de su invención al oído, diciendo que yo era muy hermosa, que ojalá nos volviéramos a ver, que no me asustara y que no podía dejar de mirarme, todo eso en verso y arrinconándome contra el paradero. De susto casi no me salía la voz y lo único que atiné a decir fue “ya, suéltame por favor, suéltame”. Cuando finalmente lo hizo, tiró su cuerpo contra el mío, me dio un beso en la mejilla y puso todo su pene, que sobresalía del pantalón, en mi pierna. ¡Fue asqueroso! Y más encima, mientras yo huía, vi como otro hombre, que estaba manejando un auto con la ventana abajo, se reía pese a haber sido testigo de toda la situación.
Quizás no fue un gran acoso o podría haber sido peor, pero yo estoy indignada. ¿Quién me quita ahora la sensación de haber sido violentada? ¿Por qué ese tipo se creyó con el derecho de decirme y hacerme cosas que nunca le pedí? Siempre pensé que si me llegaban a acosar alguna vez, iba a responder y sacar toda mi fuerza. Pero la situación fue tan de la nada, y tan incómoda, que no supe qué hacer, ni cómo reaccionar. Ahora tengo mucha rabia y pena, me gustaría volver a atrás, apartar a ese hombre, alejarme y responderle. Pero no puedo. El único recuerdo que me quedará es la risa del otro personaje que consideró mi acoso un espectáculo entretenido de ver, porque la idea de ayudarme claramente jamás se le pasó por la cabeza. Gracias a la conducta de ese tipo de gente, ya no podré caminar en las calles con la misma tranquilidad y soltura de siempre.