“Se me acercó un tipo y me dijo: cosita, te subiría la falda y te haría de todo, aquí mismo”

    0 2477

    principal testimonios

    El día viernes 30 de enero debía ir a una tocata cerca del metro Santa Ana. A pesar de mis miedos de que me miraran por andar con mini o me dijeran algo asqueroso que no quería escuchar, decidí salir con algo que me hacía sentir muy linda. Cuando llegué al Metro, eran las 9:30 de la noche. Me bajé para salir por el lado de la Línea 2, cuando estaba a punto de cruzar las puertas, recibí una llamada al celular. Cuando contesté, se me acercó un tipo de unos 45-50 años, de contextura gruesa, que me dice “cosita, te subiría la falda y te haría de todo, aquí mismo”. Los primeros 15 segundos, me sentí tan culpable por haberme puesto esa falda, pero luego analicé bien la situación recordé tantos testimonios  de muchas chicas que publican sus historias en OCAC, que sentí que no debía tener miedo, no debía sentirme culpable y que nadie, NADIE, puede decirme algo que no quiero ni necesito escuchar y que yo jamás tendré la culpa de que un hombre me mire como un objeto. Le respondí con todas mis fuerzas, le dije viejo asqueroso, debería darte vergüenza, podría ser tu hija, y aunque no lo fuese, debes respetarme porque no necesito tus “cumplidos” asquerosos, viejo verde. Quizás cuantas otras cosas más, que con la adrenalina del momento ya no me acuerdo. Olvidé completamente que estaba hablando con alguien por teléfono. Luego de todo el frenesí, el tipejo éste, me mira y dice “¡ah! Qué te crees, pendeja fea”. Al final, la rabia fue más y no seguí el debate. Después de este horrendo rato en el Metro, me sentí desprotegida. Claro, logré mi objetivo que fue responderle, que no se fuese impune y victorioso, pero me di cuenta de que habiendo tantas mujeres y hombres ahí, nadie fue capaz de decir nada, de parar al tipejo o simplemente detenerse a escuchar. Como mujeres, por lo menos, yo trataría de cooperar, pero es como si la gente estuviese resignada respecto de esto. Aunque no sea su trabajo meterse, ni siquiera había un guardia a quien pudiese recurrir en caso de que este tipo quisiera devolver a pegarme o algo. Es realmente penoso.