“Sentí miedo, impotencia y rabia”

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    Iba en el último asiento de la micro y un viejo muy extraño  se sentó a mi lado. Me sentí demasiado incómoda con su presencia, por lo que me enfoqué en mirar por la ventana aunque pendiente de que no me fuera a hacer algo, ya que las circunstancias eran muy raras. Lamentablemente, es bastante común que en lugares reducidos o con mucha gente corran mano.

    Luego de un rato, volteé mi mirada hacia él y me di cuenta que se estaba masturbando y que no paraba de mirarme. Me puse tan nerviosa que le grité que me dejara pasar para cambiarme de asiento. Él haciendo como que nada pasaba, y sin dejar de masturbarse, tocó el timbre y se bajó de la micro. La gente miró, pero todo fue tan rápido que nadie atinó a hacer algo. Sentí miedo, impotencia y rabia.

    Luego pensé que podría haber hecho mucho más contra él, pero el estado de indefensión en el que me encontraba no me lo permitió (una no anda preparada para estas cosas). Cabe mencionar que era invierno, andaba muy abrigada, vestida con un gran abrigo y sin  nada “provocativo”.  Sentí rabia en el momento, pero no le di más vueltas al asunto. Hoy me doy cuenta de lo que tenemos que aguantar en el día a día: manoseos y piropos obscenos que nos infunden odio y temor.