“Sólo era una niña de doce años, estaba sola con una guagua en brazos y sin nadie alrededor a quien pedir auxilio”
Yo tenía unos doce años. Mi cuñada me mandó a comprar a la verdulería que quedaba a dos pasajes de mi casa. Yo feliz agarré a mi sobrina de dos años y fuimos a comprar como si se tratara de un paseo. Iba con una falda de mezclilla y una polera rosada con corazones, muy niña.
Venía con una acelga gigante en el brazo, con la mano llevaba papas y en la otra a mi sobrina. Me metí por el primer pasaje para devolverme a mi casa. De repente a la mitad, aparece un tipo alto, lentes poto de botella, pelo negro y crespo, me quedó mirando con una cara de una excitación tremenda y me susurró de cerca: “uuuuhh, cosiiiiita rica”.
Yo estaba MUY asustada porque NUNCA me había pasado algo así, a lo más me habían chiflado desde un auto, pero nunca me habían quedado mirando con esa cara y esos ojos. Se me apretó la guata de inmediato y seguí caminando lo más digna posible, apretándole la mano a mi sobrina.
Pasó luego que sentí unos pasos corriendo y el tipo, sin que alcanzara a reaccionar, me metió toda su mano asquerosa en mi falda. Me tocó entera el desgraciado y salió corriendo. Yo era tan chica que lo único que reaccioné a hacer fue volver a tomar en brazos a mi sobrina y llorar disimuladamente. Sentía una vergüenza terrible.
Cuando llegamos a mi casa tuve que contar lo que había pasado y mi cuñada me explicó cómo yo tenía que defenderme, pero yo pienso que sólo era una NIÑA de doce años, nunca me había pasado algo así, estaba sola con una guagua en brazos y sin nadie alrededor a quien pedir auxilio. Fue la peor experiencia.