carabinero

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    A mí me pasó vivir la ineptitud de carabineros, a los 12 años. Estaba con mi hermana de 14 años. Era una mañana de verano, ambas estábamos en la casa solas, hacía calor y vestíamos pijama ligero. Nos despertó el timbre que sonaba y sonaba. Yo no salí a abrir la puerta. Pasados unos 10 minutos,  entraron a la casa unos cuatro sujetos a robar. Con mi hermana nos escondimos en la pieza del fondo
    y llamamos a carabineros. Veinte minutos después, llegaron y los “flaites” alcanzaron a arrancar antes de encontrarnos en la pieza con mi hermana.

    Sin duda fue una experiencia extrema y cuando llegó carabineros, quisimos sentirnos protegidas, pero mientras ellos tomaban nuestro testimonio, no dejaron de mirarnos de forma libidinosa. De hecho, habían terminado de tomar nuestros datos, ya no decían nada pero se quedaron ahí, mirándonos, “desnudándonos” con sus miradas. En ese momento nos sentimos de nuevo vulnerables y temimos por nuestra integridad. Este tipo de experiencia de sentir temor en vez de protección y seguridad de parte de carabineros, se ha reiterado en muchas otras experiencias similares en mi vida.