denuncia

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    A pocos días de promulgada la ley que sanciona el acoso callejero en espacios públicos, proyecto impulsado por OCAC, nuestras plataformas se han llenado de testimonios de mujeres que dicen haber acudido a comisarías donde funcionarios se han negado a tomar sus denuncias.

    Francisca fue víctima de acoso callejero esta semana. Sintiéndose aún violentada, fue a Carabineros para saber qué podía hacer en contra de su victimario. “¿Cuál es el nombre de la persona?”, fue lo primero que le preguntaron. Por supuesto que Francisca no tenía ese dato, ¿quién le pide el nombre a su acosador? Por más que explicó todo lo que había pasado, él Carabinero que la recibió le dijo que como no tenía ese dato ni testigos o videos o fotos, no había nada que pudiera hacer.  

    Marcela iba camino a su casa, cuando un auto conducido por un hombre la empezó a perseguir. Él le pedía que se acercara, pero ella caminó más rápido para alejarse. Sin embargo, el hombre se las arregló para encontrarla de frente: estaba fuera del auto, con sus pantalones abajo y mostrándole su pene. Cuando Marcela fue a la comisaría a hacer la denuncia por acoso callejero, entregó la patente del auto. Sin embargo, al fijarse en lo que había escrito la Carabinera que recibió la denuncia, se dio cuenta que había escrito cualquier cosa menos los datos que ella había proporcionado. A pesar de su reclamo, y que la acompañaban sus padres, la Carabinera sólo le preguntó cómo andaba vestida.

    Estos testimonios son solo una muestra de lo que las mujeres en distintas partes del país están sufriendo: no solo son víctimas de acoso sexual callejero, sino que además, quienes se suponen debieran entregarles seguridad, las vuelven a vulnerar al negarles el ejercicio de sus derechos.

    Pero estos casos no son aislados ni se limitan al acoso callejero: hace algunos días leíamos sobre una mujer que denunció a su marido por violencia intrafamiliar en la vigésima comisaría de Puente Alto. El oficial de Carabineros M. Zuñiga se negó a tomar su denuncia, ofreciendo en cambio consejos familiares para lo cual no estaba en lo absoluto calificado.

    Es gravísimo que diversos funcionarios de una institución del tamaño e importancia de Carabineros de Chile no estén cumpliendo CON SU TRABAJO, porque aquí no se está pidiendo nada extraordinario. Tal como indicábamos en esta nota, no es responsabilidad del funcionario o funcionaria decidir si un evento constituye delito o no, su responsabilidad está en recabar todos los antecedentes para así iniciar una denuncia.

    La situación no solo es delicada por cuanto las fuerzas del orden estarían incumpliendo sus responsabilidades, sino también porque una persona que ha sido agredida merece que se le escuche, se le reconforte y se le garantice un debido proceso. Negarle a una víctima un procedimiento legal adecuado puede llegar a afectar su salud mental y generar traumas.

    Es imperativo que las autoridades inviertan en capacitación y sensibilización para que sus agentes sean capaces de tomar denuncias y atender a las víctimas como corresponde. De poco sirve hacer tantos esfuerzos para impulsar una política pública si el personal de primer contacto incumple sus deberes. Para esto necesitamos trabajo conjunto por parte de los ministerios, la fiscalía y las fuerzas del orden.

    Pero, ¿qué hacer si un oficial se niega a tomar mi denuncia?

    Existen varias opciones. La más inmediata es pedir hablar con el superior jerárquico e incluso registrar el número de placa del carabinero para luego denunciarlo en la Fiscalía Militar.

    Otra opción es acudir a PDI o fiscalía, sin embargo las reglas son las mismas: ni Carabineros ni PDI son quienes determinan si un hecho es delito o no, su rol se limita a recibir y tomar denuncias para luego enviarla a Fiscalía, quienes deciden si la denuncia reviste carácter de delito. Para asegurarte, puedes exigir una copia de la denuncia.

    Recuerda que denunciar es tu derecho y las policías tienen el deber de tomarla con respeto y resguardando tu integridad. Cuando los funcionarios y funcionarias de la seguridad incumplen sus deberes y vulneran a las víctimas, las leyes quedan en meras declaraciones de buenas intenciones. Lo que las mujeres y niñas de Chile necesitan son hechos, no palabras.

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      *Este artículo fue escrito antes de que la Ley de Respeto Callejero fuera aprobada.

      El acoso sexual callejero es sufrido de manera sistemática, pudiendo ocurrir varias veces al día, generando así síntomas indicativos de estrés postraumático. Por este motivo, es muy relevante saber qué hacer y en qué poner atención si se desea hacer una denuncia.

      Lo primero es entender qué es el acoso sexual callejero. Este tipo de acoso se entiende como prácticas de connotación sexual ejercidas por una persona desconocida, en espacios públicos como la calle, el transporte o espacios semi públicos (mall, universidad, plazas, etc.); que tienen el potencial de generar malestar síquico y social en quien las recibe. Se trata acciones unidireccionales, es decir, no son consentidas por la víctima y quien acosa no tiene interés en entablar una comunicación real con la persona agredida.

      Un segundo elemento que es importante considerar es que el acoso callejero NUNCA ES RESPONSABILIDAD DE LA VÍCTIMA. Todas las personas tienen derecho a transitar por los espacios con la confianza de no ser violentadas, independiente al contexto, edad, hora del día y vestuario que ocupa la persona agredida.

      Si bien algunas manifestaciones de acoso sexual callejero son aceptadas como parte de nuestra “cultura” o idiosincrasia, esto no constituye un argumento para tolerar esa vulneración. La violencia no puede ser patrocinada con orgullo por ningún pueblo o nación.

      Finalmente, ¿qué hacer si se es víctima de acoso callejero? A continuación, compartimos siete pasos a seguir.

      1. Pide ayuda a personas que se encuentren cerca y trata de conservar la calma.
      2. Llama a algún familiar o persona cercana para que te acompañe a denunciar. Ten en cuenta que te demorarás por lo menos una hora en hacerlo.
      3. Denuncia lo antes posible en Carabineros, Policía de Investigaciones o Fiscalía. Idealmente lo que sea más cercano al lugar donde ocurrió el hecho. No olvides que esto no es una constancia, es una denuncia, por lo que es obligación de los funcionarios tomar tu denuncia; Fiscalía es quien determina si es un delito o no.
      4. Actualmente puedes denunciar por el delito de ofensas al pudor y las buenas costumbres, ya que el proyecto que tipifica el acoso callejero está en tramitación en el Congreso.
      5. Trata de recordar la mayor cantidad de detalles posibles (aspecto físico, características que puedan individualizar al agresor más fácilmente, como tatuajes, patente del auto en que se movilizaba, etc.).
      6. Fíjate si hay testigos, pídeles su nombre, RUT y número de teléfono, y algún otro medio de contacto como correo electrónico, para entregarlos cuando hagas la denuncia.
      7. Busca si es que hay alguna cámara municipal o particular que hubiera grabado el hecho e indícalo a las policías en tu denuncia. Toda la evidencia que se recopile puede contribuir a un mejor esclarecimiento de los hechos y a dar con los responsables.

       

      La tarea de terminar con el acoso callejero es de todos y todas. Sabemos que usar el tipo de denuncia que describimos antes, puede parecer insuficiente, pero en la actualidad Chile no cuenta con una normativa nacional que penalice este tipo de violencia sexual. Por eso es tan importante que nuestra ley de Respeto Callejero avance en el Congreso, para que por fin podamos tener tranquilidad al caminar por la calle.

      Si necesitas más apoyo en esta materia, escríbenos a denuncias@ocac.cl.

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        principal testimonios nuevo

        Me acaba de pasar algo terrible. Todas hemos pasado por el acoso callejero, pero este hueón me dejó mal. Estaba entrando a Dimeiggs, y como en esa tienda te ponen seguridad hasta por si acaso, preferí preguntar si vendían de los vasos que andaba buscando. Eran dos guardias: uno abuelito y muy amable, y un loco joven con pocas cejas. El segundo, comenzó tratándome de “mi reina”, “washita linda”, “washita rica”, etc. Luego me dijo que no sabía si había lo que necesitaba, así que le respondí que pusiera la seguridad a mi bolso. Andaba de cartera y cada cinta que le ponía, venía una cosa cerda que me decía al oído, como “en un ratito te voy a hacer de todo, washita”. Además, me rosaba el pecho con su mano. Quedé mal, helada, no supe qué decir, sentí impotencia. Me dije: “yo que tengo una facilidad para tirar chuchás y no salió ni una sola”. Avancé medio pasillo y colapsé.

        Salí de la tienda, entré por la otra puerta y le comenté al caballero que estaba con otro guardia en el mesón. Salí porque no quería verlo. Lloré. Dos tipos que entregaban panfletos me preguntaron qué me pasaba. Se acercó una señora y me separó de ellos, porque desconfió. Igual sentí que se aprovechaban de que estaba llorando y pensé que quizás me podían asaltar o no sé; ya no sabía qué pensar. La señora me agarró del brazo y me llevó al retén de Carabineros y me dije “por la chucha, lo único que faltaba”. Hablamos con los pacos, me calmaron y fueron a buscar al loco. Él se defendió diciendo: “yo nunca le falté el respeto ni la traté con garabatos ni nada. Yo tengo señora, tai súper mal, flaca”. A todo esto, la señora me dijo que este tipo igual la trató de “cosita rica”.

        Cuando lo vi y escuché, me sentí peor. Me dijo cosas como: “ni que te hubiera violado que le poní tanto color”. Le dije a los pacos que no lo quería ver, salí por otro lado del retén y quedaron de hablar con su jefe para que lo despidiera.

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          principal testimonios nuevo

          Esto sucedió el año pasado, estaba a punto de salir de la universidad y estaba llena de sueños y esperanzas. Tenía un grupo de amigas con las cuales elaboré un proyecto que definiría mi futuro y habíamos escogido a un profesor de la universidad para que nos guiara. Yo tenía problemas con un ramo y este profesor se ofreció a ayudarme a pasarlo sin problemas. Yo lo consideraba como alguien ejemplar, al ser preocupado de sus alumnos, e incluso lo consideré como una amistad más, alguien en quien podía confiar.

          Pasó el tiempo y aprobé el ramo que tanto me costaba. Estaba muy contenta y se lo conté a mi profesor y él se alegró mucho por mis logros. Pero la felicidad duraría hasta ahí. Un día hablé con mi profesor porque estaba preocupada por el proyecto, no habían fondos y mis amigas parecían no tener interés en continuarlo. Esperé comprensión y apoyo de su parte, pero en lugar de eso me dijo: “Envíame fotos tuyas si quieres lograr tu proyecto”. Me sentí helada y con mucho miedo, no entendía nada de la situación. ¿Qué tenía que ver mi cuerpo con el proyecto? No supe que hacer, así que le envié las fotos porque pensé que me dejaría tranquila si lo hacía.

          Esa noche dormí mal, me sentí horrible y con mucho miedo, lo peor es que tendría que seguir viendo a este profesor y me sentí tan mal que no fui capaz de decirle a nadie. Pasó el tiempo y todo parecía estar normal, hasta que mi profesor me volvió a acosar. Sin embargo, saqué la voz y le dije que no iba a tolerar más sus acosos, él rió y dijo: “Bueno, ándate a la chucha con tu proyecto, pendeja culiá”. Lo denuncié a Carabineros y fue encontrado culpable, ya que tenía fotos mías y de otras chicas en su computador. Yo saqué mi proyecto y ahora soy muy feliz.

          Me quedé callada porque tenía miedo y fui juzgada duramente por eso. Incluso mucha gente me responsabilizó de la situación, pero a veces es muy difícil hablar de esto. Si ustedes conocen a alguien que esté pasando por esta situación, no la juzguen, ofrezcan cariño y ayuda.

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            Hace un par de años, cuando regresaba de la universidad, me encontraba en un paradero de micros donde había mucha gente. En un momento, un hombre de unos 50 años se paró frente a mí en una camioneta. Me parecía muy raro que estuviese tanto tiempo ahí, cuando sentí que me observaba lo miré y se estaba masturbando dentro de su camioneta. Sin saber qué hacer, solo me corrí y advertí a la joven que estaba cerca mío. Al darse cuenta, el hombre arrancó en su camioneta, pero alcancé a anotar su patente.

            Estaba muy aflijida. Llorando, llamé a mi familia y luego a Carabineros para preguntar qué podía hacer. Simplemente me dijeron que ellos no podían hacer algo, porque esta persona estaba en un vehículo de su trabajo y no de su pertenencia. Yo ya había visto esa camioneta al menos tres veces esa semana, pero la vez que lo sorprendí masturbándose fue la última vez que pisé ese paradero y esa calle. Trato de evitar pasar por ahí para no recordar el episodio, ya que me llena de rabia que los Carabineros no me ayudaran. Espero que con la ley que se está tramitando, esto no pase más. Y que cuando alguien llame a Carabineros, sí puedan investigar, o al menos indagar quién es la persona y dar un poco de tranquilidad a la víctima.

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              Tengo 22 y creo que he sufrido muchos más acosos que los años que tengo. Me han asaltado tres veces y en mi etapa escolar sufrí a diario miles de punteos

              En mi etapa escolar sufrí miles de acosos, el más chocante fue en los años que me movilizaba en la hora punta hacia mi liceo. Un viejo verde empezó a tocarme la vagina. Probablemente tenía hijas y nietas. Quedé paralizada y solo atiné a pegarle un codazo y tratar de moverme. En ese momento, el cobarde se movió rápido.

              Después en la universidad sufrí otro episodio de violencia. Recuerdo que a eso del mediodía iba camino a la micro, pero para llegar al paradero tengo que pasar por una calle solitaria, donde por una cuadra es solo pared y rejas de unas parcelas. Me faltaba la mitad de esa calle y vi que un auto dio la vuelta en U, estacionándose justo frente mío, en una vereda que es muy chica. Escuché que algo me dijeron desde la ventana y al mirar, vi que el huevón se estaba pajeando y gritándome cosas sexuales. Comencé a caminar rápido hacia donde hubiera más gente. Me di vuelta para ver la patente y el tipo empezó a retroceder el auto para seguirme. Ahí tuve que correr hasta llegar a un sitio concurrido, pero el loco volvió a avanzar. Mi miedo y desesperación fue terrible. No sabía qué hacer ni a quién acudir. Llamé a los pacos, pero no hicieron nada. Después de un largo rato, tomé la micro y el huevón seguía ahí.

              Creo que nunca había relatado todas las cosas que me han pasado, y eso es solo una parte, pero ¿qué se puede hacer? Solo sé que tipos como esos, no lograrán que ande con miedo. Mujeres, somos fuertes, somos más y por eso hay que aprender a defenderse, porque son unos cobardes que se creen superiores a nosotras, pero cuando los enfrentamos se descolocan. Luchemos, no nos rindamos, hermosas mujeres. ¡Luchemos por nuestro respeto!

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                principal testimonios nuevoIba camino a tomar la micro, cuando un tipo de los que limpia parabrisas empezó a molestarme mientras esperaba que cambiara el semáforo. Sus comentarios iban directamente referidos a lo bien que me quedaba la minifalda. Aparte de lo humillada que me sentí, debo admitir que no es algo a lo que no esté habituada: no es primera vez que me acosan en la calle.

                De todos modos, no quiero acostumbrarme a sentirme tan insegura, no solo en la calle, sino que en mi entorno, especialmente en las fiestas, ya que esos son los momentos en los que algunos hombres aprovechan para acercarse de forma inapropiada. En especial cuando ven que una está vulnerable, y sin mayor conciencia de lo que pasa alrededor, por el consumo en exceso de alcohol.

                Muchas veces pasa que al encararlos por estos actos no consensuados, ellos se escudan bajo excusas como: “¡Tú querías!, ¡es tu culpa tomar tanto, yo también estaba borracho!, ¡para qué te vistes así!”, etc.

                Me parece increíble la cultura de abuso que está instalada en nuestro país. Debemos erradicarla. Hechos como el ser violada tras haber bebido alcohol en una fiesta, deben ser denunciados para que no queden impunes, porque son DELITOS.

                Por eso, mi llamado es a no tener miedo y a alzar la voz, porque es tarea nuestra crear conciencia.

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                  A los 14 años participaba activamente en la Iglesia y un día me tocó ir muy temprano, a eso de las 08:30 horas, así que decidí caminar por una calle central (pensando que sería más seguro). En eso, un tipo joven de unos 18 o 19 años me puso un cuchillo, me abrazó y dijo: “Finge que eres mi polola o te lo entierro”. Luego me llevó para un pasaje solitario y dijo que me asaltaría, pero ese no era su real objetivo: me acorraló y se masturbó delante mío. ¡Fue asqueroso, sentí que no tenía escapatoria! Intenté safarme, pero él usó toda su fuerza corporal y me mantuvo retenida. Cuando eyaculó me dejó sola.  ¡Quedé en shock! Era una niña.

                  Al llegar a casa de inmediato le conté a mis papás y fuimos a poner la denuncia a Carabineros, aunque no me pude acordar de su cara. Fue realmente chocante.

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                    Hace aproximadamente una semana, comencé a recibir mensajes y una fotografía sexualmente explícita de una persona con la que, si bien es cercana, nunca ha tenido ningún tipo de relación de amistad. Sus mensajes no son violentos, ni de amenaza, pero si reiterados y obviamente incómodos.

                    Me dirigí a la Policía de Investigaciones (PDI), ya que esto puede poner en riesgo a mi núcleo familiar (debido a ciertos detalles que aún no me parece pertinente compartir). Expuesto todo esto, el detective sólo fue capaz de explicar que mi petición de denuncia no tenía validez, ya que no era menor de edad. En ese contexto, llamar a alguien -aunque sea de forma reiterativa- a su celular y enviar imágenes sexuales, no era un delito de acuerdo a lo que establece la calificación etaria. Para que me quedara tranquila, el funcionario agregó que podía dejar constancia por abuso sexual impropio, pero que lo más probable es que no iba a pasar a un archivo porque no habían pruebas contundentes. En conclusión, mientras este sujeto no amenazara mi integridad, ni la de un tercero (y pueda comprobarlo), no había motivo para interponer una denuncia.

                    Como broche de oro el detective añadió frases como: “Quizás él esté enamorado de ti” o “este tipo de cosas es normal”.

                    ¿Normal? ¿Para quién es normal este tipo de conductas?

                    Preferí retirar mi carnet e irme.

                    En la oficina, nadie empatizó con mi miedo y asco. Ambos funcionarios consideraron que no les concernía y que no era más que un show de una niña cartucha.

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                      El Consejo de autorregulación y ética publicitaria (CONAR) acogió la denuncia del Frente de Género, de Revolución Democrática, contra el comercial con que WOM busca atraer nuevos clientes.

                      La “Revolución Wom” fue denunciada a través de redes sociales, con hashtags como #ChaoWom, por el Observatorio Contra el Acoso Callejero (OCAC) Chile, el Frente de Género de Revolución Democrática, el Movimiento de la Diversidad Sexual y la agrupación lésbica Rompiendo el Silencio, entre otras agrupaciones. ¿La razón? La fórmula sexista con la que la compañía telefónica promociona sus planes para celulares, con un video que retrata a las mujeres como objeto.

                      Esto queda claramente explicado en la columna de Betania Bunster, “WOM y su conservadora ‘revolución’ publicitaria”. Allí, expone que el problema no es la poca ropa que usan las protagonistas, sino que WOM juega “a la revolución con esas imágenes, mostrándolas como escandalosas y prohibidas, cubriéndolas con un halo negativo. Simulan abordarlas como algo natural, al mostrarlo “sin tapujos”, pero en realidad el cuerpo femenino está ahí como mero recurso para seducir a su audiencia, por su valor erótico”.

                      Por eso, el Frente de Género Revolución Democrática interpuso una denuncia ante el Consejo de Autorregulación y ética Publicitaria (CONAR), el que fue acogido. El Frente explicó, a través de un comunicado publicado en su página de Facebook, que el motivo de su descontento y el de otras organizaciones, se debe a que el mensaje de WOM se sustenta en la cosificación de la mujer como “una cosa deseable y atractiva”.

                      María Francisca Valenzuela, Presidenta de OCAC Chile, fue consultada por TVN al respecto. La socióloga sostuvo al noticiero central que “Wom, como muchas otras marcas, han usado el cuerpo de la mujer para vender sus productos con una hipersexualización, erotización al extremo y poniéndolo como un objeto de acceso fácil”.

                      Por su parte, la agrupación lésbica Rompiendo el Silencio, manifestó su postura, declarando que “no somos fantasía heterosexual, no soy tu chiste”, ya que WOM utiliza la imagen de dos mujeres besándose como herramienta de erotismo masculino y no para representar la diversidad.

                      Chris Bannister, CEO de WOM Chile, también fue consultado por TVN. Conocido como el “capitán”, en el comercial de la compañía, se disculpó explicando que no era su intención denigrar a nadie y que “la idea era celebrar la diversidad”.

                      Tanto OCAC Chile como las demás agrupaciones por la igualdad de género están atentas a la respuesta de CONAR.