Aburrida de los hombres enfermos que dicen cosas obscenas y se dan vuelta a mirar mi trasero, empecé a usar un bolso, tipo bolsón, para taparme. Y si salgo sin el bolso y sé que me van a mirar o decir algo, me cubro con las manos. Es agotador.
Un día, usé el bolso para tapar mi trasero y un estúpido me gritó: “preciosa ¿para qué se tapa? Déjenos mirar sus cosas lindas”. Respondí con el dedo, y cuando ya estaba lejos, dije “¿qué te crees conchetumadre?”. Ahí quedó el ridículo.
Otra vez que decidí taparme con las manos, un viejo, de unos 50 años, dijo en voz alta “la hueona tonta”.