francisca linconao

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    La periodista, feminista mapuche y docente de la Universidad de Chile, conversó con OCAC Chile sobre cómo las luchas feministas necesitan incorporar las reivindicaciones de las mujeres indígenas, en el marco de la celebración del Día Internacional de la Mujer Indígena.

    El 5 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Mujer Indígena, en recuerdo de Bartolina Sisa, una mujer aymara que luchó contra la opresión colonialista y que fue cruelmente asesinada en 1782.

    Paula Huenchumil es periodista, feminista mapuche y se desempeña en el Plan Transversal “Pueblos originarios y nuevas etnicidades en Chile”, de la Universidad de Chile. En esta oportunidad conversó con el Observatorio Contra el Acoso Callejero (OCAC) sobre cómo las luchas feministas necesitan incorporar las reivindicaciones de las mujeres indígenas.

    – ¿Cuál es la importancia y la necesidad de que las luchas feministas incorporen temas de la comunidad indígena?
    –Los primeros movimientos feministas, de alguna forma no incluían las luchas de las mujeres indígenas, sino que cuidaban los intereses de mujeres de la élite, de las mujeres blancas con acceso a escolaridad, profesionales, o relacionadas a movimientos políticos. Más bien fueron las mujeres indígenas, que estaban involucradas en los movimientos de liberación de sus pueblos, las que dieron origen a un cuestionamiento de los procesos de inclusión de la mujer en las políticas públicas. Hoy la mujer indígena sufre una triple discriminación en diferentes ámbitos de la sociedad: por ser mujer, por ser pobre y por el hecho de pertenecer a un pueblo indígena.

    La conferencia de la antropóloga Sonia Montencino, en el marco del día de la mujer del año de este año, señalaba que “todas sabemos del significado de las triples opresiones (de género, clase y etnicidad) y que las mujeres indígenas ocupan el lugar de las más pobres entre las pobres (sobre todo en el caso mapuche). Hoy día esa diferencia (la étnica) convertida en desigualdad de género, clase y cultura es un cristal que encandila todas nuestras pretensiones de avanzar hacia un país justo”.

    – ¿Hoy día se han incorporado suficientemente las luchas de la mujer indígena en los movimientos feministas del país?
    –Yo creo que es un proceso, por lo menos acá, más o menos reciente. El hecho de llamarse una mujer indígena y feminista es algo que se está dando hace poco; y que en un comienzo causaba conflicto, porque a veces dentro de la misma tradición el límite de cuándo es tradición y cuándo estamos luchando por nuestros derechos es muy delgado. Las mismas mujeres y las nuevas generaciones nos hemos dado cuenta de que existe una defensa de nuestros propios pueblos, pero también hay una defensa de nosotras como mujeres. Nosotras somos las que tenemos menor acceso a la educación y para qué decir a la educación superior, el nivel de oportunidades que hay es súper bajo y nos cuesta bastante llegar y mantenernos.

    Debemos valorizarnos como mujeres indígenas, porque dentro de los mismos pueblos es fundamental su labor. La mujer es la encargada de que los conocimientos ancestrales vayan siendo promovidos y perpetuados de generación en generación y ese rol que tiene la mujer indígena no ha sido valorado por la sociedad chilena como debería ser.

    – ¿Ves situaciones en que se encuentren estas dos posiciones? ¿Entre lo que es tradición con lo que es la lucha feminista dentro de las comunidades indígenas?
    –Sí. Siempre existe gente que cree que la mujer viene a cumplir cierto rol. Pero si ahondamos en nuestra cultura mapuche, vemos que ancestralmente es una cultura que mantiene la dualidad, la tierra, Ñuke mapu, es nuestro principal sustento. Además, el universo nos muestra distintas energías, entre ellas, masculinas o femeninas, las cuales deben estar en equilibrio y en armonía. Es decir, nuestra espiritualidad es en conexión con la naturaleza, con nuestro entorno, tratando de mantener esto en el diario vivir. Entonces si vamos al origen, nos podremos dar cuenta que la igualdad de género sí existía, solo que con la colonización española se insertó de alguna manera el machismo.

    Hace poco, nos visitó en una actividad la feminista Maya Xinka Lorena Cabnal, quien ha manifestado que al interior de sus propias comunidades se viven situaciones de subordinación, violencia o discriminación: “La opresión manifestada contra las mujeres a lo interno de nuestras culturas y cosmovisiones es algo que hay que cuestionar de manera frontal y nombrarla como es: misoginia, expresada y manifestada en las actitudes y prácticas cotidianas más remotas y actuales, contra nuestros cuerpos, nuestros pensamientos, decisiones y acciones”.

    – ¿Cuáles son las luchas feministas que convocan a las mujeres indígenas en Chile?
    –De partida, el derecho a la educación. Porque claro, quizás una lucha feminista es poder tener acceso a mejores puestos en empresas, tener derecho a igualdad de sueldos, etcétera. Pero las mujeres indígenas, en ese sentido, estamos más atrás en la lucha. Hay que partir de la base que el acceso a la educación primaria, secundaria y universitaria es súper desigual porque en general las indígenas son familias con pocos recursos económicos y las mujeres tienen menos acceso a la educación y a la universitaria aún menos.

    Además hoy en día se exige detener la violencia que existe de parte del Estado y de la fuerza policial contra las mujeres de pueblos indígenas, especialmente de las que están en territorios en defensa de comunidades. Muchos de los presos políticos son hombres, entonces son las mujeres las que se quedan a cargo de comunidades y las que están sufriendo estas represiones, por supuesto que también se exige la libertad a los presos políticos mapuche.

    Actualmente está el caso de la machi Francisca Linconao, donde se está pidiendo su libertad. Ella es una autoridad ancestral, es mujer, es una mujer que está a cargo de su familia. Entonces también ahí hay una lucha muy importante de las mujeres indígenas, de su liberación. Porque ha sido súper simbólico el proceso, ha sido injusto y con mucha represión. Entonces ella como mujer y como autoridad ancestral es una lucha y uno de los puntos que se convoca en las marchas de conmemoración del Día de la Mujer Indígena. Claramente que lo que convoca también es la lucha contra el sistema colonialista y capitalista que existe hoy en día.

    – ¿Cómo afecta el tema del centralismo que existe en Chile?
    –Hay que destacar que gran parte de la población indígena está en Santiago. Entonces, claro, la triste realidad es que se invisibiliza lo que está pasando en el sur, el tema de la violencia física de la fuerza policial, se criminaliza la defensa legítima del territorio, del Wallmapu. Los medios tradicionales de comunicación son centralistas también y tienen sus propios intereses, los cuales defenderán, desinformando a la población.

    Pero acá en Santiago tenemos otros tipos de violencia que se ejercen hacia las mujeres, hombres, niñas y niños indígenas. Vemos que existe una discriminación constante por el aspecto físico, por los rasgos, como también por los nombres y apellidos. En ese sentido, vemos que Chile está muy atrasado en temas de aceptación de pueblos originarios, porque te ven como un ente extraño si uno se declara mapuche o indígena, para la gente es súper chocante.

    La discriminación que sufren los pueblos originarios, es un tipo de violencia simbólica que se da en lo cotidiano. Y también son una parte de las luchas de las mujeres indígenas que tienen que llevar ese peso y ese dolor cuando mandan a sus hijos a las escuelas, que sufren esta discriminación por los apellidos. Suena algo súper básico pero que existe mucho hasta el día de hoy.

    – ¿Cómo crees que las organizaciones feministas pueden trabajar en incorporar no sólo la temática indígena sino también otras temáticas interseccionales, como el racismo que estamos viendo hoy con la inmigración?
    –La lucha de la mujer indígena tiene muchos factores similares a varias luchas feministas. Quizás antes no fueron etiquetados de esa forma, porque siempre han existido mujeres indígenas valiosísimas que en diferentes etapas de la historia han sido y son grandes líderes que luchan por la defensa de la cultura, del idioma y del territorio. Uno de nuestros orgullos como pueblo es: Nicolasa Quintremán Calpán, una gran activista quien junto a su hermana Berta dieron una lucha extraordinaria en oposición a la construcción de la hidroeléctrica Ralco de Endesa.

    Lo que yo percibo ahora, y quizás me puedo estar equivocando, es que muchas mujeres indígenas, nos estamos atreviendo a decir, “somos indígenas y somos feministas”, fortaleciendo nuestra espiritualidad, pero también siendo políticas.

    Creo que en Chile, tenemos esa tendencia a etiquetarnos, cuando, sin duda, el movimiento feminista, el de las mujeres indígenas y mujeres inmigrantes, tienen muchísimo en común. Hoy muchas mujeres indígenas nos paramos y decimos que somos mujeres indígenas que luchamos por nuestros derechos. Entonces no es menor que en las marchas que se convocan para el Día de la Mujer Indígena, estemos posicionándonos como mujeres feministas también. Entonces creo que se puede hacer una gran labor si construimos puentes, un trabajo de más colaboración y hacemos este cruce entre el género y la etnicidad.