Hace un tiempo fui a hacer gimnasia con mi mamá y un viejo, que podría haber tenido la edad de mi abuelo, empezó a decirme cosas respecto a mi cuerpo y sobre cómo iba vestida, mientras me guiñaba el ojo. En ese momento lo miré con asco y solo atiné a levantar el dedo del medio. Me hubiese gustado reponder algo más, pero no se me ocurrió nada.
No me parece justo que a mis 15 años reciba este tipo de comentarios. Además estaba vestida con unas patas largas y una polera de tiritas, ni siquiera se me ceñía la ropa al cuerpo, porque soy muy delgada. No quiero pensar en lo que se me viene para el futuro cuando esté más desarrollada.
Ojalá los hombres tomen conciencia y el acoso callejero sea penalizado como se debe.