Estaba tranquila, porque ya iba llegando a mi casa. En el camino, muchas veces, hombres me gritan improperios o me silban algo que me incomoda mucho y siempre respondo de vuelta. Pero ese día iba muy deprimida, sin ánimo de pelear ni nada. Cuando estaba a menos de una cuadra de mi casa, vi a un hombre y a una señora de unos 55 años caminando en la vereda de al frente. De la nada y gratuitamente, el hombre me gritó que era tonta. Yo estaba algo confundida, por un momento pensé que se lo decía a su acompañante, hasta que lo miré y me dijo “sí tú, eres una tonta”. Con todo el descaro del mundo, un hombre ya mayor molestaba a una joven de 20 años. Se comenzó a reír. Seguí caminando y me siguió gritando cosas que no pude entender bien, como por ejemplo “para que te enojas si son bromas”. Esto ocurrió hace una semana. Lo que aún me da rabia es que iba con una mujer al lado y ella no le dijo nada. ¿Por qué este hombre se creía con el derecho de insultarme sin ni siquiera conocerme? Agredir a alguien menor tan gratuitamente. La gente piensa normalmente que hombres así solo agreden con comentarios sexuales y referidos al cuerpo, cosa que es cierta, pero también encuentran la manera degradarte o de descalificarte con otros insultos; lo que solo reafirma el punto de que los acosadores no lo hacen porque les gustes, te encuentren atractiva o quieran alegrarte el día. Lo hacen para imponerse sobre otra persona y establecer su dominancia, aunque pasen a llevar a otro y lo agredan psicológicamente.