Hace un par de meses entré a estudiar en el Duoc de Alonso de Ovalle, muy feliz porque estaba en lo que quería. Mi instituto queda a unas cuadras del Metro estación Los Héroes, por lo que tengo que caminar un par de minutos. Un día iba comiendo un coyac, cuando de la nada se me acerca un viejo de unos 50 años para decirme al oído: “Uy una chupadita en el hoyo”. Lo miré con cara de asco y le grité un par de garabatos. Se acercaron un par de niños de otros establecimientos para preguntarme qué me había hecho, y entre rabia y pena les conté. Uno de ellos increpó a este hombre y luego le pegó.
La situación me dejó en shock y no podía parar de llorar. Fue tanto que tuve que llamar a mi pololo para que me fuera a buscar. Me han dicho hartas cosas en la calle, pero nunca algo así. Me sentí denigrada y pasada a llevar en mis derechos.