maraca

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    Hace un rato, un tipo que perfectamente podría ser mi abuelo, me gritó a lo lejos alguna estupidez que incluía algo así como partirme entera. Como acostumbro, le devolví un “hoyúo” y mucha rabia y, como también suele suceder, él se comenzó a burlar de mí: “miren la maraca culia, ¿qué se cree?”. En realidad, no sé qué me creo hoy día, parando la mano a hueones que me triplican en edad para que me dejen andar tranquila en la calle. Se me había olvidado que el día de la mujer ya había pasado.