Iba camino a la pega, en Las Condes. Siempre tomo la línea 6 porque es más rápida y cómoda. La mayoría de las veces me va a dejar mi papá porque trabaja cerca, pero como era sábado me tocó tomar la fiel 108 que va desde mi casa al metro. Me senté atrás porque como era fin de semana en la mañana no le vi el riesgo. Cuando me iba a bajar de la micro, veo una turba de cabros que intentó subirse por la puerta de atrás de la micro. Pensé “ahh da lo mismo si son una bola de pendejos”. Se abrió la puerta, me vieron y gritaron “oohhh”, empezaron a aplaudir y no me dejaban pasar. Les pedí por favor que me permitieran bajar de la micro. Sólo me agarraron el poto, no hicieron nada más porque pasé rápido y me puse la mano.
Siempre he sido de esas que les da lo mismo y no se hace problema, pero últimamente veo todo con otros ojos, desde los compañeros de pega que te ponen la cara para darte un beso y se atreven a decirte cosas inapropiadas hasta esto que me pasó.
Cuando me alejé de la micro me dije que daba lo mismo, que eran pendejos, que no sabían, pero me fui enchuchá todo el camino a la pega. Llegué tarde, pero no me importó. Ahora estoy en mi escritorio: no saludé al compañero jote, porque me dio rabia hasta mirarlo. No quiero hacer nada, quiero devolverme a mi casa (ojalá en colectivo) hacerme bolita y llorar un resto. Siento decepción y es que es verdad que algunas vivimos en una burbuja mucho tiempo. Mi papá o mi mamá me iban a buscar/dejar cuando iba en el colegio, después me fui a vivir a Viña por la universidad y allá no sé si la cosa es distinta, pero me movía por los mismos lugares y nunca me pasó nada. Es increíble pensar que si no te ha pasado algo en tanto tiempo, corres con suerte. Pienso en mi sobrina, en mis primas más chicas, si les ha pasado algo y me da más pena.. creo que estaré con pena todo el día.