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    Este año tenemos muchas razones para brindar, entre ellas están que cumplimos 5 años levantando la voz para crear espacios más seguros y que nuestro proyecto de ley avanza y avanza en el Congreso.

    Por eso, nos unimos con l@s bacanes de Green Glass, que se pusieron la camiseta en la lucha contra el acoso y crearon estos maravillosos vasos de botella reciclada e ilustrados por Quemchimama.
    Por cada set vendido nuestra organización recibe una donación de $3.000, ¡esto nos ayuda a continuar nuestra lucha! 

    En el set Brindemos por Ellas podrás encontrar a grandes mujeres que marcaron la historia en diferentes ámbitos como Frida Kahlo, Susan Sontag, Stella Díaz Varín, Georgia O’Keeffe, Simone De Beauvoir y Ángela Davis.

    Regala sentido esta Navidad y haz un ¡salú! por una buena causa.
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      Tras un año de desafíos y logros, la organización logró evidenciar el acoso callejero como una forma de violencia, generar alianzas con otras organizaciones del sector civil y de gobierno y participar del Plan Piloto en contra del acoso callejero en el Transmetro.

      Guatemala es un país pequeño, posee un territorio de 108,889 km2 en el que viven aproximadamente 15 millones de habitantes que día a día se enfrentan a diversas problemáticas, entre ellas, el acoso sexual callejero. Una situación que, al igual que en Chile, por mucho tiempo permaneció normalizada e invisibilizada.

      Hace un año, sin embargo, un grupo de valientes mujeres guatemaltecas decidieron dar un alto a esta situación. Se trata de Lidia, Cristina, Pili, Lu y Desirée, quienes indignadas con la noticia de tres mujeres que decidieron tirarse de un puente, tras ser acosadas por un grupo de hombres de que amenazaban con violarlas; se unieron para crear una organización feminista que lucha contra el acoso sexual callejero.

      “Las hermanas Shirley Madiel y Ángela María Hernández García de 15 y 19 años, junto a su tía, Darlyn Ramos García, de 27, salieron a trotar ayer por la mañana cuando cuatro hombres empezaron a perseguirlas y les gritaban que las iban a violar, por lo que decidieron tirarse del puente de Santa Marta, ubicado al final de la colonia Jocotales. Los gritos desesperados pidiendo auxilio que dieron las mujeres alertaron a los lugareños, quienes salieron a ver qué ocurría y fueron testigos de la decisión de las jóvenes, la que afortunadamente no tuvo un desenlace mortal”, publicó Siglo 21, el 6 de julio de 2015.

      Inicios

      Como en Guatemala no existía una institución u organismo que trabajara el acoso callejero, es que estas cuatro mujeres buscaron apoyo en otros países de Latinoamérica. Es así como encuentran en Chile el Observatorio contra el Acoso Callejero (OCAC), organización feminista que lucha por erradicar el acoso sexual en los espacios públicos y semipúblicos, y deciden ponerse en contacto para replicar la experiencia.

      Con el apoyo de OCAC Chile, estas mujeres dan comienzo un nodo del Observatorio en Guatemala, estableciendo una colectiva de trabajo y dos objetivos estratégicos para enfocar sus esfuerzos durante su primer año. El primero, visibilizar el acoso callejero como un tipo de violencia y un problema a resolver, tomando en cuenta a todos los sectores de la sociedad (civil, estatal, educativo, universitario, comunitario). El segundo, arrancar un estudio en el cual se determinaran las principales características de esta forma de violencia para luego emprender acciones puntuales junto a otras organizaciones y la sociedad civil.

      Logros

      Tras un año arduo de trabajo, OCAC Guatemala logró evidenciar el acoso callejero como una forma de violencia, generó alianzas con otras organizaciones del sector civil y de gobierno, participaron del Plan Piloto en contra del acoso callejero en el Transmetro; y realizaron diversos talleres a la comunidad sobre violencia de género.

      Junto con ello, iniciaron un mapeo del acoso callejero con la finalidad de identificar la magnitud el problema, que arrojó 260 incidentes de acoso callejero de abril a noviembre 2016. De ellos, el 58,8% ocurre en calles y avenidas y el 13,5% en el transporte público. Asimismo, se reportó que el 93,8% de los perpetradores de acoso sexual fueron hombres.

      Desafíos

      Luego de un primer año lleno de trabajo y logros, OCAC Guatemala se prepara para enfrentar nuevos desafíos y manifiesta que para prevenir el acoso callejero y transformar la cultura que lo normaliza, la sociedad civil junto a las instituciones y organizaciones que representan al Estado de Guatemala serán claves. Es por ello que en 2017 las acciones de la organización se enfocarán en acompañar procesos de formación que permitan a niñas, niños y jóvenes, la reflexión acerca de su autonomía en los espacios públicos, de tal manera que sea posible la construcción participativa de nuevas formas de interacción ciudadana en los espacios públicos con base al respeto y la NoViolencia.

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        La periodista, feminista mapuche y docente de la Universidad de Chile, conversó con OCAC Chile sobre cómo las luchas feministas necesitan incorporar las reivindicaciones de las mujeres indígenas, en el marco de la celebración del Día Internacional de la Mujer Indígena.

        El 5 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Mujer Indígena, en recuerdo de Bartolina Sisa, una mujer aymara que luchó contra la opresión colonialista y que fue cruelmente asesinada en 1782.

        Paula Huenchumil es periodista, feminista mapuche y se desempeña en el Plan Transversal “Pueblos originarios y nuevas etnicidades en Chile”, de la Universidad de Chile. En esta oportunidad conversó con el Observatorio Contra el Acoso Callejero (OCAC) sobre cómo las luchas feministas necesitan incorporar las reivindicaciones de las mujeres indígenas.

        – ¿Cuál es la importancia y la necesidad de que las luchas feministas incorporen temas de la comunidad indígena?
        –Los primeros movimientos feministas, de alguna forma no incluían las luchas de las mujeres indígenas, sino que cuidaban los intereses de mujeres de la élite, de las mujeres blancas con acceso a escolaridad, profesionales, o relacionadas a movimientos políticos. Más bien fueron las mujeres indígenas, que estaban involucradas en los movimientos de liberación de sus pueblos, las que dieron origen a un cuestionamiento de los procesos de inclusión de la mujer en las políticas públicas. Hoy la mujer indígena sufre una triple discriminación en diferentes ámbitos de la sociedad: por ser mujer, por ser pobre y por el hecho de pertenecer a un pueblo indígena.

        La conferencia de la antropóloga Sonia Montencino, en el marco del día de la mujer del año de este año, señalaba que “todas sabemos del significado de las triples opresiones (de género, clase y etnicidad) y que las mujeres indígenas ocupan el lugar de las más pobres entre las pobres (sobre todo en el caso mapuche). Hoy día esa diferencia (la étnica) convertida en desigualdad de género, clase y cultura es un cristal que encandila todas nuestras pretensiones de avanzar hacia un país justo”.

        – ¿Hoy día se han incorporado suficientemente las luchas de la mujer indígena en los movimientos feministas del país?
        –Yo creo que es un proceso, por lo menos acá, más o menos reciente. El hecho de llamarse una mujer indígena y feminista es algo que se está dando hace poco; y que en un comienzo causaba conflicto, porque a veces dentro de la misma tradición el límite de cuándo es tradición y cuándo estamos luchando por nuestros derechos es muy delgado. Las mismas mujeres y las nuevas generaciones nos hemos dado cuenta de que existe una defensa de nuestros propios pueblos, pero también hay una defensa de nosotras como mujeres. Nosotras somos las que tenemos menor acceso a la educación y para qué decir a la educación superior, el nivel de oportunidades que hay es súper bajo y nos cuesta bastante llegar y mantenernos.

        Debemos valorizarnos como mujeres indígenas, porque dentro de los mismos pueblos es fundamental su labor. La mujer es la encargada de que los conocimientos ancestrales vayan siendo promovidos y perpetuados de generación en generación y ese rol que tiene la mujer indígena no ha sido valorado por la sociedad chilena como debería ser.

        – ¿Ves situaciones en que se encuentren estas dos posiciones? ¿Entre lo que es tradición con lo que es la lucha feminista dentro de las comunidades indígenas?
        –Sí. Siempre existe gente que cree que la mujer viene a cumplir cierto rol. Pero si ahondamos en nuestra cultura mapuche, vemos que ancestralmente es una cultura que mantiene la dualidad, la tierra, Ñuke mapu, es nuestro principal sustento. Además, el universo nos muestra distintas energías, entre ellas, masculinas o femeninas, las cuales deben estar en equilibrio y en armonía. Es decir, nuestra espiritualidad es en conexión con la naturaleza, con nuestro entorno, tratando de mantener esto en el diario vivir. Entonces si vamos al origen, nos podremos dar cuenta que la igualdad de género sí existía, solo que con la colonización española se insertó de alguna manera el machismo.

        Hace poco, nos visitó en una actividad la feminista Maya Xinka Lorena Cabnal, quien ha manifestado que al interior de sus propias comunidades se viven situaciones de subordinación, violencia o discriminación: “La opresión manifestada contra las mujeres a lo interno de nuestras culturas y cosmovisiones es algo que hay que cuestionar de manera frontal y nombrarla como es: misoginia, expresada y manifestada en las actitudes y prácticas cotidianas más remotas y actuales, contra nuestros cuerpos, nuestros pensamientos, decisiones y acciones”.

        – ¿Cuáles son las luchas feministas que convocan a las mujeres indígenas en Chile?
        –De partida, el derecho a la educación. Porque claro, quizás una lucha feminista es poder tener acceso a mejores puestos en empresas, tener derecho a igualdad de sueldos, etcétera. Pero las mujeres indígenas, en ese sentido, estamos más atrás en la lucha. Hay que partir de la base que el acceso a la educación primaria, secundaria y universitaria es súper desigual porque en general las indígenas son familias con pocos recursos económicos y las mujeres tienen menos acceso a la educación y a la universitaria aún menos.

        Además hoy en día se exige detener la violencia que existe de parte del Estado y de la fuerza policial contra las mujeres de pueblos indígenas, especialmente de las que están en territorios en defensa de comunidades. Muchos de los presos políticos son hombres, entonces son las mujeres las que se quedan a cargo de comunidades y las que están sufriendo estas represiones, por supuesto que también se exige la libertad a los presos políticos mapuche.

        Actualmente está el caso de la machi Francisca Linconao, donde se está pidiendo su libertad. Ella es una autoridad ancestral, es mujer, es una mujer que está a cargo de su familia. Entonces también ahí hay una lucha muy importante de las mujeres indígenas, de su liberación. Porque ha sido súper simbólico el proceso, ha sido injusto y con mucha represión. Entonces ella como mujer y como autoridad ancestral es una lucha y uno de los puntos que se convoca en las marchas de conmemoración del Día de la Mujer Indígena. Claramente que lo que convoca también es la lucha contra el sistema colonialista y capitalista que existe hoy en día.

        – ¿Cómo afecta el tema del centralismo que existe en Chile?
        –Hay que destacar que gran parte de la población indígena está en Santiago. Entonces, claro, la triste realidad es que se invisibiliza lo que está pasando en el sur, el tema de la violencia física de la fuerza policial, se criminaliza la defensa legítima del territorio, del Wallmapu. Los medios tradicionales de comunicación son centralistas también y tienen sus propios intereses, los cuales defenderán, desinformando a la población.

        Pero acá en Santiago tenemos otros tipos de violencia que se ejercen hacia las mujeres, hombres, niñas y niños indígenas. Vemos que existe una discriminación constante por el aspecto físico, por los rasgos, como también por los nombres y apellidos. En ese sentido, vemos que Chile está muy atrasado en temas de aceptación de pueblos originarios, porque te ven como un ente extraño si uno se declara mapuche o indígena, para la gente es súper chocante.

        La discriminación que sufren los pueblos originarios, es un tipo de violencia simbólica que se da en lo cotidiano. Y también son una parte de las luchas de las mujeres indígenas que tienen que llevar ese peso y ese dolor cuando mandan a sus hijos a las escuelas, que sufren esta discriminación por los apellidos. Suena algo súper básico pero que existe mucho hasta el día de hoy.

        – ¿Cómo crees que las organizaciones feministas pueden trabajar en incorporar no sólo la temática indígena sino también otras temáticas interseccionales, como el racismo que estamos viendo hoy con la inmigración?
        –La lucha de la mujer indígena tiene muchos factores similares a varias luchas feministas. Quizás antes no fueron etiquetados de esa forma, porque siempre han existido mujeres indígenas valiosísimas que en diferentes etapas de la historia han sido y son grandes líderes que luchan por la defensa de la cultura, del idioma y del territorio. Uno de nuestros orgullos como pueblo es: Nicolasa Quintremán Calpán, una gran activista quien junto a su hermana Berta dieron una lucha extraordinaria en oposición a la construcción de la hidroeléctrica Ralco de Endesa.

        Lo que yo percibo ahora, y quizás me puedo estar equivocando, es que muchas mujeres indígenas, nos estamos atreviendo a decir, “somos indígenas y somos feministas”, fortaleciendo nuestra espiritualidad, pero también siendo políticas.

        Creo que en Chile, tenemos esa tendencia a etiquetarnos, cuando, sin duda, el movimiento feminista, el de las mujeres indígenas y mujeres inmigrantes, tienen muchísimo en común. Hoy muchas mujeres indígenas nos paramos y decimos que somos mujeres indígenas que luchamos por nuestros derechos. Entonces no es menor que en las marchas que se convocan para el Día de la Mujer Indígena, estemos posicionándonos como mujeres feministas también. Entonces creo que se puede hacer una gran labor si construimos puentes, un trabajo de más colaboración y hacemos este cruce entre el género y la etnicidad.

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          principal testimonios

          Empecé a darme cuenta del acoso callejero cuando mi cuerpo empezó a cambiar, cuando me sentía observada en la calle, cuando sentía miradas que me invadían y me incomodaban. Al principio tenía casi asumido que era algo normal; algo por lo que toda mujer en su vida tenía que pasar y, hasta, que muchas veces la culpa la tenía una (sí, estaba equivocadisíma).

          Un día, de pura casualidad, me topé con información en Internet sobre algo que nunca había escuchado: feminismo. Tenía un concepto errado sobre el feminismo, como mucha gente lo tiene. Pensaba que era algo como el machismo pero al revés, que violentaba a los hombres y los humillaba. Sin embargo, seguí leyendo e investigando y entre otras cosas me di cuenta de que muchas mujeres día a día debían pasar lo mismo que yo, que el machismo se presentaba de muchas formas, no sólo con un hombre golpeando a su mujer o jalándola del pelo. Aprendí sobre machismo y micromachismos.

          En otros países aprendí la definición de sexismo, de la que tampoco tenía idea (y de paso aprendí que no debía sacar conclusiones sin informarme). Junto con todo esto, me di cuenta de que muchas costumbres sexistas estaban arraigadas en nuestra sociedad, que la gente las aceptaba como normales. Empecé a sacar la voz, a luchar por lo que me parecía justo. Ante cada comentario sexista, yo saltaba, con mis argumentos y razones. Al principio, mucha gente se mostró desconcertada. Me ponía a discutir con mis profesores, mis papás, mis amigos, incluso, con los papás de mis amigos, pero nunca me rendí, nunca me volví a quedar callada.

          También aprendí a quererme. Comprendí que la única aprobación que necesitaba era la mía, que si yo me maquillaba, me depilaba o me vestía de cierta forma, lo hacía por mí y para mí. Empecé a dar esta lección a la gente que me rodeaba, a mis amigas y mujeres conocidas, principalmente. Siento que lo mejor es informarse y educar, sobre todo a las nuevas generaciones.

          Aun así, me da mucha lata no poder hacer nada cuando veo a una mujer violentada en la calle. Me da impotencia, porque sé lo que se siente. Por eso es necesario dejar de reforzar los pensamientos sexistas que nos afectan a hombres y mujeres, que nos obligan a comportarnos de acuerdo con nuestro género, que nos educa como personas inseguras para vernos en la necesidad de buscar la aprobación del resto. No sólo por el acoso callejero, sino por todas las injusticias de género que se viven día a día es que hay que ponerle un fin a todo esto.

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            En la localidad malagueña de Ronda, España, la madrugada de la Noche de Reyes un hombre de cuarenta años arrastró a una chica hasta un portal con la intención de violarla. La golpeó y la llevó a la fuerza hasta el lugar, pero sus gritos alertaron a un grupo de mujeres y un taxista que se encontraban cerca.

            Entre todos redujeron al tipo hasta la llegada de la policía, quien lo tomó detenido para llevarlo a prisión, como decretó la autoridad local. Esto ocurrió en medio de las celebraciones correspondientes a la fiesta religiosa de la Noche de Reyes y fue informado al día siguiente en el diario local Diario Sur.

            Testigos afirmaron al medio que un grupo de mujeres y un taxista lograron acorralar y reducir a un hombre de mediana edad que intentaba agredir a una chica en una calle bastante concurrida de la ciudad. Por otro lado, la muchacha tuvo que ser derivada al Hospital Comarcal de la Serranía, por sus lesiones y por una crisis de angustia que le provocó la agresión de este desconocido.

            Cerca de las dos de la madrugada, el hombre habría estado rondando a un grupo de mujeres hasta que vio a una de ellas alejarse de sus amigas y procedió a atacarla. Tras llevarla al portal la tiró al suelo y comenzó a bajarle la ropa, pero los gritos desesperados de ésta fueron señal para que terceros intervinieran.

            El hombre fue puesto a disposición del Juzgado de Instrucción N°3 de Ronda, donde fue formalizado por el delito de agresión sexual, confeso de los hechos.

            *Noticia original aquí.