objetivación del cuerpo

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    Hace algunas semanas, el periódico británico “The Guardian” abordó el tema del control y uso del cuerpo femenino, en una noticia sobre un proyecto comunitario que ayuda a las víctimas de trata de personas a reemplazar los tatuajes que pandillas o proxenetas hicieron en sus cuerpos.

    En la noticia, Jennifer, fundadora de Survivors Ink (“Tinta de sobrevivientes”), señala que hace un año reemplazó por un tatuaje de flor el nombre de la pandilla relacionada con las drogas que la vendió por sexo.  “Fui marcada como ganado” dice, parada afuera de la tienda de tatuajes “Among the Living”, en Lancaster, Ohio, donde dice que se liberó de una vida de violencia y esclavitud.

    Dentro de la predominancia masculina sobre el cuerpo femenino, las marcas, ya sea mediante tatuajes o cicatrices intencionales, se han convertido en una característica perturbadora de un subconjunto particular de la creciente trata de personas.

    “¿Qué tan comunes eran los tatuajes cuando estabas en las calles?”, le preguntan a Jennifer y ella contesta que casi todas las mujeres que sobrevivían en las calles salían con algún tipo de marca en el cuerpo. Algunas voluntariamente, otras eran forzadas o presionadas a hacérselos.

    Survivors Ink es un proyecto comunitario que entrega becas para tatuajes, con el objetivo que mujeres que han vivido la trata de personas y han permanecido libre de drogas y en recuperación por más de seis meses puedan postular a reemplazar sus tatuajes.

    “Me traficó afuera de una casa, hasta que encontré la manera de irme. Y después de eso, llevé su nombre en mi cuerpo durante nueve años”, cuenta Andrea, otra víctima de trata de personas. “No importó qué dijera o hiciera: el tatuaje enviaba un mensaje a todo el mundo de que yo tenía dueño y no era yo misma”, agrega.

    “Las marcas en los cuerpos como práctica de segregación no son actuales. Antes las relacionábamos con la esclavitud y hoy responden a lo mismo: esclavitud sexual en mujeres. Las marcas cumplen la misión de hacer visible la segregación de los cuerpos de las mujeres cosificadas en la sexualidad. Esta realidad no nos es ajena, en la actualidad el acoso sexual callejero funciona como una demarcación simbólica de apropiación de cuerpos femeninos (en su mayoría), y por lo tanto, cosificación de los mismos”, señala María José Guerrero, Coordinadora del Área de Estudios de OCAC Chile.

    El fotógrafo CC Murphy, quien ayudó con el programa, explica: “La trata de personas está a la vuelta de la esquina. Puede ser solo una mujer en una relación con un drogadicto que le ordena prostituirse para sustentar sus dos hábitos. No tiene que ser un sindicato gigante o una enorme red criminal. Normalmente es solo Juan cruzando la calle que está manipulando a su novia, hijos o hijas, y obteniendo ganancias de esto”.

    Para más información sobre el proyecto, visita www.gracehaven.me/survivors-ink o escribe a survivors.ink2013@yahoo.com

    Foto: Almudena Toral Photograph.