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    Soy hombre y tengo 24 años. Un día, hace no mucho, iba en el metro camino a juntarme con un pinche, cuando de repente sentí un movimiento sobre mi pene, pero como íbamos todos apretados, no le presté mayor atención y atiné a echar hacia atrás la cadera para que lo que fuese dejara de rozarme. Sin embargo, al cabo de unos segundos sentí otra vez que me estaban acariciando mi zona íntima, y ahora estaba seguro que era de una forma deliberada. Creo que ni siquiera pude ver quién era. Quedé congelado: nunca me había enfrentado a una situación como esa, sentí una angustia muy grande y no podía moverme. Al momento que se abrieron las puertas, salí corriendo del tren. Cuando me encontré con el tipo con el que salía, me preguntó por qué tenía mala cara y le comenté lo que me había pasado buscando contención. Al contrario, se rió y me trató de exagerado. Claramente ya no salgo con él por insensible, entre otras cosas.

    Siendo hombre, difícilmente uno está consciente de que puede ser víctima de acoso sexual, puesto que en general nuestra sociedad patriarcal remarca sólo la violencia hacia las mujeres, por lo que esta experiencia me pilló totalmente desprevenido. Uno pensaría, como hartos creo, que en caso de una situación así: “me achoro” o que “le saco la cresta al que me toque”, pero no, es muy distinto cuando ocurre: inexplicablemente  quedé paralizado, y eso fue lo que más angustia me dio, la fragilidad del cuerpo y la incapacidad de reaccionar. Sentí miedo. Me encantaría que existiese una forma en que las personas, sobre todo los hombres, que acosan en la calle pudiesen entender cómo se siente que te toquen el pene, sin que necesariamente sean víctimas de un acoso callejero.