
Soy una mujer adulta y en la actualidad, afortunadamente, no me volvería a pasar lo que me pasó varias veces cuando era escolar. Soy una persona que se define con mucha personalidad, pero cuando iba camino a mi colegio (tenía aproximadamente 15 años) y un hombre mayor, vale decir asqueroso, se acercó a mí, me bloqueé. En ese entonces aún no existía el Transantiago, pero igual el vagón iba repleto y sostenía mi mochila a la altura de mis caderas. Cuando el hombre se acercó, pensé que no estaba cómodo o que me iba a robar, por lo que subí la mochila y lo quedé mirando ‘’feo’’. Sin embargo su intención no era robarme, sino tocarme la vagina. Por supuesto yo quedé bloqueada, no podía creer lo que pasaba. Iba con mi madre, pero no me atreví a decírselo. Me sentí humillada, aún con tantos años que han pasado -más de diez- lo recuerdo y no me explico cómo lo aguanté, por aproximadamente un minuto. Aún recuerdo su cara asquerosa y pervertida. Me sentí desvalida. Ese día, algo de inocencia en mí desapareció y me sentí súper humillada, como un objeto. Me preguntaba, ¿cómo mierda un viejo de 60 o más años puede hacer esto? Y me miraba asumiendo que a mí me gustaba, ojalá él hubiera sabido el terror que sentí. En ese tiempo ni quise pensar por qué estaba mojada mi falda, pero ahora imagino que fue fluido eyaculatorio. Viejo asqueroso.
Imagínense, ¡esto me pasó a tan corta edad! Antes había recibido agarrones, pero le ‘‘paraba los carros’’ a la persona. Sin embargo, nadie se imagina lo paralizante y humillante que fue y el mal recuerdo que tengo. Afortunadamente, ahora soy mayor y si me volviera a pasar eso prefiero hacer cualquier cosa como gritar, insultar, pegarle con una mochila, patearlo o no sé, cualquier cosa antes de dejarme otra vez.
Es el colmo que por ser mujer no se nos respete ni con uniforme escolar, ni cuando andamos en la calle de noche, ya que creen que somos blancos fáciles. Basta ya de degenerados que no piensan que degradan su humanidad.