subir falda

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    Hace cinco años, cuando estaba en tercero medio, caminaba por Iquique, en las calles Pedro Prado, llegando a calle dos, desde el colegio a mi casa. En eso, un viejo cerdo llega con el descriterio de subirme la falda del uniforme hasta la espalda. ¿Qué hubiera hecho yo en ese caso? Perfectamente, le hubiera pegado una cachetada o me habría defendido, pero no. En estos casos una queda “para dentro”, imposibilitada de recurrir a alguien, sobre todo en una avenida poco transitada en ese entonces.

    ¡Basta de acoso y de que los poco hombres se sientan con la autoridad de vernos como objeto!