violación

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    principal testimonios nuevoIba camino a tomar la micro, cuando un tipo de los que limpia parabrisas empezó a molestarme mientras esperaba que cambiara el semáforo. Sus comentarios iban directamente referidos a lo bien que me quedaba la minifalda. Aparte de lo humillada que me sentí, debo admitir que no es algo a lo que no esté habituada: no es primera vez que me acosan en la calle.

    De todos modos, no quiero acostumbrarme a sentirme tan insegura, no solo en la calle, sino que en mi entorno, especialmente en las fiestas, ya que esos son los momentos en los que algunos hombres aprovechan para acercarse de forma inapropiada. En especial cuando ven que una está vulnerable, y sin mayor conciencia de lo que pasa alrededor, por el consumo en exceso de alcohol.

    Muchas veces pasa que al encararlos por estos actos no consensuados, ellos se escudan bajo excusas como: “¡Tú querías!, ¡es tu culpa tomar tanto, yo también estaba borracho!, ¡para qué te vistes así!”, etc.

    Me parece increíble la cultura de abuso que está instalada en nuestro país. Debemos erradicarla. Hechos como el ser violada tras haber bebido alcohol en una fiesta, deben ser denunciados para que no queden impunes, porque son DELITOS.

    Por eso, mi llamado es a no tener miedo y a alzar la voz, porque es tarea nuestra crear conciencia.

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      Sarah Teale, periodista de BBC Nottingham (Reino Unido), fue acosada por un hombre quien le gritó obscenidades sexuales justo cuando ella realizaba un reportaje sobre el acoso callejero. Este tipo de situaciones de violencia son comunes para quienes investigan agresiones sexuales.

      De acuerdo a lo publicado por BBC News, Sarah Teale se encontraba sentada afuera del Nottingham Women’s Center (‘‘Centro de la Mujer de Nottingham’’), en el donde se estaba llevando a cabo una conferencia sobre acoso callejero, cuando se perpetró la agresión. En el video, que posteriormente fue subido a la página de Facebook de BBC Radio Nottingham, la periodista decía: ‘‘Un estudio muestra que un 95% de las mujeres aseguró haber sido acosada o víctima de obscenidades verbales en la calle. Muchas también indicaron que han sido manoseadas de forma inapropiada en público’’. En cuanto Teale terminó de hablar, se pudo oír a un hombre emitiendo un comentario que posteriormente fue censurado. La periodista muy sorprendida y  ofendida señaló al agresor y dijo: ‘‘¡Sí, así mismo!’’.

      Más tarde, Teale escribió en twitter: “Ironía. Informando sobre cómo el 95% de las mujeres son víctimas de acoso verbal y un hombre me grita obscenidades sexuales”. Además declaró a BBC: ‘‘No es divertido y nadie debería soportarlo. Es obvio por mi reacción que no fue actuado. El hecho de que sea considerado una moda no lo hace menos ofensivo’’.

      La autora de ‘‘Acosada en el Paseo Ahumada’’, Rosario Castillo, evidencia cómo la violencia de género afecta a todos por igual, sin diferenciar edad, profesión y menos a quienes investigan el fenómeno. En el texto, la periodista chilena -gracias a un experimento social donde ella es la protagonista- describe la vivencia de una mujer acosada en el centro de Santiago a la hora peak, y cuenta cómo las víctimas deben cambiar y adoptar su interacción con los otros y con el espacio público debido a estas malas prácticas.

      La vivencia de Castillo es una situación bastante común entre las investigadoras de acoso callejero, quienes usualmente se transforman en víctimas de la misma. Fenómeno que se vuelve más extremo en sociedades donde la cultura de la violación y el silencio se encuentra mucho más arraigada. Un ejemplo de ello es Egipto. Hace un par de años se produjeron cientos de violaciones en los 18 días que duraron las manifestaciones contra el Presidente de ese entonces, Hosni Munarak, y que culminaron con su caída.  Estos ataques sexuales fueron perpetrados por manifestantes y policías, en su mayoría, hacia periodistas extranjeras que estaban cubriendo las agresiones que las mujeres sufrían en estas protestas.

      En esa línea, María José Guerrero, coordinadora del Área de Estudios de OCAC Chile señala: ‘‘No es casual que una mujer que esté investigando un caso de acoso sexual callejero sea víctima del mismo. Si bien es irónico, mientras sigan existiendo las estructuras que posibilitan este tipo de violencia, esta no se limitará a los sujetos investigadores (por más que la periodista la esté evidenciando simultáneamente). Por lo tanto, el desafío es seguir trabajando para que el acoso callejero deje de ser considerado como un hecho aislado y pase a ser visto como un problema social que nos afecta a todos y todas, y que sea considerado como tal por las instituciones públicas’’.

      Imagen: BBC News

      Por: Alejandra Pizarro

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        Hace un par de semanas, ‘‘The New York Magazine’’ publicó un artículo en el cual se revelan las últimas revelaciones del caso de Bill Cosby, junto con los testimonios de sus víctimas y el comportamiento social existente frente a una violación.

        Hace un par de semanas, ‘‘The New York Magazine’’ publicó un artículo en el cual se indican las últimas revelaciones del caso de Bill Cosby, junto con los testimonios de sus víctimas y el comportamiento social existente frente a una violación.

        En el medio se habla en primer lugar de las declaraciones del comediante Hannibal Buress en su show, en las que trató a Bill Cosby de ‘‘violador’’. Quizás lo más sorprendente no fue que Hannibal Buress llamara ‘‘violador’’ a Bill Cosby, sino que el mundo ya lo había escuchado. Una década antes, 14 mujeres habían acusado a Cosby por violaciones. En 2005, un miembro del equipo de basketball femenino, Andrea Constand, denunció a las autoridades que él la había drogado; denuncia que fue la base de múltiples acusaciones posteriores, sin embargo, mayoritariamente fueron vistas con escepticismo, se les amenazó y desacreditó.

        La revista también destaca la declaración de Cosby en el caso de Costand, que fue revelada hace un par de semanas, en la que el comediante admitió haber tratado de tener sexo con mujeres jóvenes con la ayuda de ‘‘Metacualonas’’ o ‘‘Quaaludes’’: una droga que desinhibe a las personas sexualmente, deprime el sistema nervioso y puede llegar a dejar inmóvil a alguien. Él le pidió a un agente de modelos que lo contactara con mujeres jóvenes que eran nuevas en la ciudad y que ‘‘no estaban bien en términos financieros’’. En su declaración, Cosby se veía confiado con respecto a que su comportamiento no constituyó una violación, aparentemente él vio una muy pequeña diferencia entre invitar a cenar a alguien para tratar de tener sexo y drogar a alguien para conseguir lo mismo. En cuanto al consentimiento, él dijo: ‘‘Creo que soy un muy buen lector de las personas y sus emociones en cuanto a las cosas sexuales y románticas’’. En su declaración afirma que debido a que estas mujeres accedieron a reunirse, él sintió que tenía un derecho sobre ellas, y en parte la razón por la que las acusaciones contra Cosby demoraron tanto en ser públicas, es porque las mujeres también creyeron esto (así como los abogados, el personal, los amigos y otras personas que también mantuvieron estos incidentes en secreto).

        Meses después de sus declaraciones, se dio por finalizado el caso de Cosby y Constand. Las acusaciones rápidamente fueron olvidadas por el público, si es que en algún momento estuvieron en su memoria. Nadie quería creer que el padre de la televisión con su chaqueta de punto era capaz de realizar estos actos, y por lo tanto, nadie lo creyó.

        En el medio se realizó una reflexión sobre el largo periodo en que Cosby cometió abusos sexuales sin recibir un castigo, como también la forma en la que las mujeres vulneradas tuvieron que sobrellevar este trauma a través de los años. Asimismo, se analizó cómo ha sido la lucha de la cultura en las últimas décadas, contra la violación.

        En la década de 1960, cuando se denunció la primera agresión sexual cometida por Cosby, la violación se consideraba como un acto violento cometido por un extraño. La violación cometida por conocidos no estaba asimilada como tal, ni siquiera por las mujeres que la sufrían. En las décadas del 70 y 80, diversos movimientos sociales ayudaron a que la gente tomara conciencia que entre el 80% y 90% de las víctimas, sí conocía a sus agresores. Sin embargo, aún persiste la cultura del silencio y la vergüenza, especialmente cuando el hombre al que se acusa tiene algún tipo de prestigio o poder. La primera suposición que se plantea es que las mujeres que acusan a hombres famosos lo hacen porque quieren dinero o atención. Al igual como, según se dice, Cosby le dijo a algunas de sus víctimas: ‘‘Nadie te creería, por lo que ¿para qué hablar?’’.

        En Chile, Patricia Muñoz, directora de la Unidad Especializada en Delitos Sexuales y Violencia Intrafamiliar del Ministerio Público afirmó en un reportaje de la revista ‘‘Paula’’ que ninguna mujer que no haya vivido una violación querría pasar por el proceso que enfrentan quienes judicializan sus experiencias, ya que nadie quiere contar una y otra vez cómo la agredieron, ni hacerse un examen sexológico, o estar en terapia sicológica durante años para superar el trauma que generó la violación, para, además, enfrentarse a un sistema en el que distintas personas le hacen preguntas del tipo: ¿Usted se prostituye? O ¿Cuántas relaciones sexuales tiene al mes? Dentro de los delitos sexuales, uno de los más difíciles de probar es la violación a mujeres adultas. Esto porque se exige demostrar ante los jueces que ellas opusieron resistencia y que no consintieron tener relaciones.

        En términos culturales y sobre la manera en que se abordan los casos de violación, la abogada de la corporación ‘‘Humanas’’ Daniela Quintanilla afirma: ‘‘Cualquier mujer se enfrenta a una relación desigual de poder con sus pares varones y esto es la base de la teoría del género. Hay muchos casos como el de Bill Cosby que constituyen crímenes, y cuando existe un sistema público que lo avala, lo único que hace es permitir la impunidad que, a su vez, perpetúa los estereotipos que son la base de los abusos’’. También indica: ‘‘La igualdad no significa tratar igual a todo el mundo, significa tratar igualmente a quienes son iguales y tratar desigualmente a quienes son desiguales y en estos casos de violencia y abuso sexual, lo que subyace es un componente de relación de subordinación histórica.’’

        ‘‘En Chile, el abuso sexual contra mujeres adultas ni siquiera está constituido como delito debido a su naturalización. Los que participan en un proceso judicial están influenciados por las relaciones de género y los estereotipos, y por eso existe la demanda histórica de las mujeres a no responsabilizar a las mujeres por los delitos de violencia  sexual (indagar sobre conductas sexuales pasadas, sobre la vestimenta de la mujer, sobre su comportamiento, etc.)’’

        ‘‘En el caso de Bill Cosby, las mujeres no sabían si fueron o no víctimas de violación debido a que se dirigieron a su casa y consumieron la droga voluntariamente. Alguien puede hacer un paralelo con otro delito: si yo voy a la casa de un hombre que conozco en una fiesta, consumo una droga que él me ofrece y al día siguiente me doy cuenta que se robó mi auto, puede que mi conducta haya estado vinculada a una exposición de riesgo, pero esto no quita la responsabilidad que otro me robó el auto, sigue siendo un delito’’.

        ‘‘En este caso, ni siquiera podemos decir que solo se le exige a la mujer un estándar de probidad muy superior al de cualquier otro tipo de delitos. Las mujeres, al tener que demostrar que fueron víctimas de violación mediante signos de forcejeo, deben martirizarse a tal punto que deben poner en riesgo su vida y su integridad física para defenderse de una agresión, de manera que posteriormente pueda defenderse en términos penales, y esto lo único que hace es seguir responsabilizando a las mujeres de los delitos sexuales y seguir reforzando todos los estereotipos detrás del abuso’’.

         Imagen: New York Magazine

        Por: Alejandra Pizarro

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          principal testimonios

          Me ha costado compartir este testimonio, ya que pensaba que otros creerían que soy maricón, pero ya no me importa su opinión.

          Lamentablemente, el acoso callejero no es solo contra las mujeres, porque, aunque no sea visible, también afecta a los hombres y reconocerlo no te hace un afeminado. A mí me violaron y por muchos años me escondí. Ahora tengo una polola (feminista hasta la médula) que me acompaña al psiquiatra y me está ayudando a enfrentar mis temores. Pero hace algunos días mientras iba camino a la universidad, me acosaron desde un auto. El hueón me gritó que quería comerme, que era rico y otras cosas que prefiero no reproducir. Quizás por mi pasado o simplemente porque no me esperaba que otro hombre me dijera algo así a plena luz del día, me paralicé, me sudaban las manos, me sentí sucio y vulnerable.

          Por mucho tiempo me escondí por vergüenza y pensé que era mi culpa lo que me había pasado, pero con el apoyo de mis cercanos ahora sé que no depende de tu fuerza física, tu condición social o de si eres mujer u hombre.

          De verdad espero que otros hombres puedan empatizar con este problema; respetemos a los demás y dejemos de creer que el poder se gana humillando a otros.  El daño de las palabras no deja marcas físicas, pero genera daños permanentes en la valoración personal. Ninguna persona merece vivir con miedo. Los hombres de verdad cuidamos y respetamos a las mujeres.

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            Ella decidió interponer una demanda a través de los procedimientos de denuncias de la universidad, sin embargo, señaló que Oxford no investigó de manera apropiada o actuó en contra del presunto autor del crimen.

            Hace un par de días el medio informativo ”The Guardian” dio a conocer la historia de Elizabeth Ramey, una antigua estudiante de la Universidad Oxford que denunció a la universidad por negarse a realizar una investigación por violación y agresión sexual.

            Ramey, llevó a tribunales a la Universidad de Oxford demandado que era ilegal el enfoque de la universidad de negarse a realizar una investigación en estos casos, luego de informar de una presunta agresión en 2011, por lo que hubo una investigación policial. Sin embargo, no hubo un enjuiciamiento posterior debido a problemas relacionados con la evidencia. 

            Lamentablemente Ramey no logró cambiar las políticas de la Universidad debido a que la corte le negó el permiso para interponer un recurso judicial contra las políticas que según ella permiten que la casa de estudios evada la investigación de este tipo de acusaciones.

            El juez Edis indicó que Ramey, quien actualmente vive y trabaja en Estados Unidos, no había estado sujeta a las nuevas políticas y no había resultado ‘‘perjudicada por su aplicación’’, dictaminando que ‘’en consecuencia, carece de posición para interponer esta demanda’’. También añadió que le parecía ‘‘inapropiado’’ que a la demandante se le otorgara el permiso de interponer un recurso judicial para cuestionar no los términos de las políticas en sí, sino que su aplicación en circunstancias bajo las cuales en realidad nunca se habría aplicado.

            Su abogada Louise Whitfield expresó que “mi clienta está muy decepcionada con este resultado y el hecho de que más mujeres deban ser víctimas de violencia sexual severa antes de que se pueda establecer que la política de la universidad es ilegal, discrimina a la mujer y crea un entorno hostil en el que se espera que estas alumnas estudien sin ningún tipo de compensación por parte de quienes las agredieron. Ya hemos sido contactadas por otras mujeres estudiantes cuyas experiencias han sido similares a las de la señorita Ramey y están considerando la posibilidad de interponer una demanda en vista de los comentarios del juez’’.

            “Las universidades, al dejar en la vereda de ‘investigación innecesaria’ este tipo de denuncias, ejercen un tipo de violencia institucional que re-victimiza a quienes la sufren. Es necesario que las políticas internas de estas instituciones se encuentren a la altura para acoger a las víctimas de delitos sexuales -desde acosos hasta violaciones-, amparándolas, y por lo tanto, no fomentando la distinción de delitos y personas, de primera y segunda categoría” señaló María José Guerrero, Coordinadora del Área de Estudios de OCAC Chile.

            Fotografía: Deighton Pierce Glynn/PA

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              En la localidad malagueña de Ronda, España, la madrugada de la Noche de Reyes un hombre de cuarenta años arrastró a una chica hasta un portal con la intención de violarla. La golpeó y la llevó a la fuerza hasta el lugar, pero sus gritos alertaron a un grupo de mujeres y un taxista que se encontraban cerca.

              Entre todos redujeron al tipo hasta la llegada de la policía, quien lo tomó detenido para llevarlo a prisión, como decretó la autoridad local. Esto ocurrió en medio de las celebraciones correspondientes a la fiesta religiosa de la Noche de Reyes y fue informado al día siguiente en el diario local Diario Sur.

              Testigos afirmaron al medio que un grupo de mujeres y un taxista lograron acorralar y reducir a un hombre de mediana edad que intentaba agredir a una chica en una calle bastante concurrida de la ciudad. Por otro lado, la muchacha tuvo que ser derivada al Hospital Comarcal de la Serranía, por sus lesiones y por una crisis de angustia que le provocó la agresión de este desconocido.

              Cerca de las dos de la madrugada, el hombre habría estado rondando a un grupo de mujeres hasta que vio a una de ellas alejarse de sus amigas y procedió a atacarla. Tras llevarla al portal la tiró al suelo y comenzó a bajarle la ropa, pero los gritos desesperados de ésta fueron señal para que terceros intervinieran.

              El hombre fue puesto a disposición del Juzgado de Instrucción N°3 de Ronda, donde fue formalizado por el delito de agresión sexual, confeso de los hechos.

              *Noticia original aquí.

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                ¿Cuántas veces han escuchado a alguien decir “pero para qué se vistió así”, mientras hablaban de una víctima de violación? Hoy discutimos sobre la ropa para violar.

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                ¿Sabes qué es “cultura de la violación”? Es el hecho de culpar a la víctima por haber dado pie para ser violada. La ropa que usaba, su maquillaje, la hora del día o el lugar por el que transitaba, etc. “Es su culpa pues andaba sola (volvimos al siglo XVIII)”, “es su culpa por salir de noche”, “es su culpa, lo estaba pidiendo”, o el más clásico “a ver, pero ¿cómo andaba vestida?”.

                Esto me llevó a pensar cuál es el atuendo que debo evitar usar si no quiero ser violada. ¿Si quiera existe algo así? Quien formula esa pregunta ¿cree que todas las víctimas de violación andaban de peto y minifalda? Pues déjenme decirles que en Chile cada día, 17 mujeres son víctimas de violación y 34 de abuso sexual y te aseguro que todas ellas llevaban ropa distinta. Por eso se me ocurrió este concepto #OOTR (outfit of the rape o el atuendo para violaciones, un juego de palabras a partir del fashionista hashtag #OOTD, outfit of the day, el atuendo del día en inglés).

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                En la tristemente célebre Capital  de la Violación, Nueva Delhi, India, la enorme mayoría de las mujeres pertenece al Islam o al Budismo, esto quiere decir que sus indumentarias cubren casi el total de su cuerpo, lo que invalida totalmente el argumento de la ropa provocadora.

                Otro hecho comprobado es que las violaciones y abusos sexuales ocurren durante todo el año, tanto en las temporadas otoño-invierno como en la pecaminosa primavera-verano, así que si quieres armar tu #OOTR asegúrate de tener además de minifaldas, abrigos grandes, bufandas y botas.

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                Hablando en serio ¿ustedes realmente creen que todas las víctimas de violación o de abuso sexual son mujeres hermosas, con cuerpos increíbles que visten con poca ropa? ¿Ustedes creen que los niños y niñas víctimas de abuso sexual vestían provocativamente, con escotes y encajes (o lo que sea que luzca sexualmente atrayente)? ¿Las señoras de más de 50 años que estaban haciendo el aseo en la casa mientras extraños irrumpieron en su casa, las robaron y vejaron, ellas también vestían de acuerdo a la ocasión? Yo creo que no.

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                Me pregunto, cuando un hombre sufre un abuso ¿por qué nadie le pregunta cómo andaba  vestido?

                ¿No les parece que la mujer ya carga con demasiadas culpas como para además achacarle el andar “provocando”? ¿Es tan inconcebible pensar que una persona simplemente se siente cómoda con su cuerpo o tal vez, tiene calor? No existe un comentario más ridículo, básico, ignorante y francamente cruel. No creo que nadie pida, busque o intente ser abusad@ sexualmente.

                Déjenme decirles una cosa: LA CULPA NUNCA LA TIENE LA VÍCTIMA,  su ropa, sus horarios, sus hábitos nunca son una invitación a nada, detengamos YA la cultura de la violación, derribemos los mitos ridículos y culpemos a los verdaderos culpables.

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                Entonces les invito a pensar y si quieren a dejar un comentario: ese día que fueron abusad@s (espero que nunca, de verdad), que alguien las tocó en el transporte público, que alguien les gritó un insulto en la calle, cómo iban vestid@s? ¿Cuál era su #OOTR, su atuendo para violaciones?

                Ni la ropa, ni el alcohol, ni los lugares solitarios, ni la lencería, ni el labial rojo causan violaciones, ¿saben qué lo causa? LOS VIOLADORES y nada más.

                Mientras escribía esta columna y diseñaba las imágenes, dos mujeres fueron violadas en Chile, 30 en México, 6 en Colombia, 7 en Suecia, 75 en Estados Unidos. Me pregunto cómo andarían vestidas, cuál sería su #OOTR.